¡Ay! con los días de campaña. Vuelven una y otra vez. Abusivos, reiterativos, falsos. Falsos días. Parecen nunca rendirse o terminarse. Son larguísimos. Son como días vividos en Venus. Las campañas políticas mexicanas —la mayoría—, son un sinsentido, una tesis al vacío del intelecto humano y una consagración al altar de la mentira, de lo falso y de lo impostado. Todo vale por el voto.
Una bicicleta representa a cabalidad lo anterior. Xóchitl Gálvez llegó así al debate. Montada en una bici, con un casco rosa y su inconfundible acento con la R perdida; imagínate la osadía y la falsedad para hacernos creer que una persona con evidente sobrepeso suele montar en bici para llegar a sus lugares comunes. Ah, y en tacones. El demonio de lo impostado, no se cansa y carcome las vidas y las carreras políticas: nada más irritante que gente creyéndose superiormente capaz para mentir flagrantemente en nuestra cara. Y lo de la bici de Xóchitl, no es una simpleza, porque en los detalles pequeños se esconde el fondo de las campañas y de las ideas.
A la oposición le está saliendo caro el dedazo de Gálvez. Su campaña no ha levantado y no lo hará. En el debate, teniendo tanto para acobardar a la candidata de MORENA, lo más recordado serán memes: ella con la bandera al revés y preguntándole opiniones a los muertos. Claudia, sin apenas esforzarse ganó al esquivar en el sparring todos los golpes al aire de una Xóchitl asfixiada por falta de aire —aun con sus excesivos dotes ciclistas— y astucia política (¿qué habrá pensado Beatriz Paredes al ver debatir a la misma persona que hiciera ver como estudiante universitaria en su debate del Frente Amplio). Y de Máynez, bueno, tenemos la gran campaña de marketing (quizá elaborada por el mismísimo Don Draper) y su gran sonrisa (igual de forzada y ficticia que la bici de Xóchitl).
Sin ahondar en política —porque esto no va de un análisis, sino de la bici de Xóchitl—, la mayoría de los políticos olvidan un principio fundamental: la lealtad. Y no con sus partidos políticos o jefes. La lealtad con ellos mismos y con sus ideas sociales. No es necesario aparentar ser un recoge-perritos de la calle, un ciclista deportista, un ciclista verde para disminuir emisiones de carbono, un proaborto, un veggie, un ecologista, un antitaurino; no es necesario forzar todos los atributos progres para encasillar en lo políticamente correcto. Lo que hace falta son políticos con personalidad e ideas propias. Hace falta la ausencia de la apariencia y postura para conseguir el fácil voto. Siempre se echa de menos lo auténtico y lo pensante. Eso hace falta. Por eso, los días se vuelven como en Venus y un suplicio con tanta falsedad y carencia de razón. Sobre todos los valores, el noble ejercicio de la política requiere autenticidad y no de bicicletas que se desempolvan solamente para las cámaras. A las pruebas me remito: allí están las biografías de los grandes lideres de la historia. Menos bicis, más políticos rompiéndose la camisa por utopías.
…
