Leo a Leila Guerriero, una imprescindible para mí. Es ‘La llamada’; un libro en el que ahonda en Silvia Labayru, una sobreviviente a la dictadura argentina quien sirve para ilustrar con su secuestro y violaciones, lo terrorista de esa época. Como todo lo que toca y escribe Leila, resulta ser una obra maestra. El libro es colosal en la no ficción; pocos autores tienen esa capacidad de construir relatos tan concisos y hacértelos vivir como si fueras parte; por ejemplo, en últimos años, Patrick Radden Keefe, Emmanuel Carrère, Nicola Lagioia y desde luego, en nuestro idioma la gran Guerriero.
Escribe Leila sobre sus tardes con Silvia: «nos dedicamos a reconstruir las cosas que pasaron, y las cosas que tuvieron que pasar para que esas cosas pasaran, y las cosas que dejaron de pasar porque pasaron esas cosas». Reitero: las cosas que dejaron de pasar porque pasaron esas cosas. Me encanta la idea de lo que pudo ser. No todo en esta vida va solamente de las cosas que nos suceden y de lo tangible: estamos construidos de cosas que nos dejaron de pasar, de las que simplemente no pasaron o de las que no se pueden palpar y pueblan el limbo de las pesadumbres. Allí está nuestra vida. Nos equivocamos al pensar que nuestra providencia la decidimos en torno a las cosas que hacemos y que nos pasan, pero, todo lo contrario, pues habitamos en ese pequeño espacio, de cicatrices roídas, donde se esconden los ‘y que hubiera sido si…’, ‘y que me hubiera pasado si…’. Allí existimos: en todo lo que nos dejó de pasar para vivir lo real.