Ricardo Monreal bromea, o intenta que parezca broma, pero en el fondo lo que hace es reclamar que lo hayan colocado junto a la perrada, a la pelusa, al pueblo bueno y sabio al que le debe su gubernatura, el senado, su llegada a San Lázaro y gracias a quien su parentela se ha eternizado en Zacatecas. Tuvo que estar detrás de una valla para darse cuenta que esa posición es de segunda y sólo así es posible que recuerde lo que se siente ser relegado como miles de mexicanos viven en este país.
Este golpe de realidad lo vivió en un Zócalo abarrotado por más de 400 mil simpatizantes, donde la presidenta Claudia Sheinbaum celebró el domingo su primer año de gobierno, reafirmando la continuidad de la Cuarta Transformación (4T) con énfasis en logros económicos y sociales. No todos podemos celebrar eso, pero sí el mensaje que envió para algunos morenistas: Se acabó la complacencia
Menciono lo anterior porque es evidente que el evento dejó un sabor agridulce al evidenciar tensiones internas en Morena: un aparente “castigo” a figuras clave que el 9 de marzo pasado ignoraron su llegada por distraerse con selfies. Eso de la distracción pocos lo creyeron, en todo caso fue tomado como un caso de sordera testicular de parte de los involucrados.
El incidente de aquel día, durante un mitin de unidad en la capital, involucró a Andrés Manuel López Beltrán (“Andy”), hijo del expresidente AMLO; Luisa María Alcalde, Presidenta del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena); Ricardo Monreal, coordinador en el Senado; y Adán Augusto López, coordinador en San Lázaro.
Mientras Sheinbaum pasaba a metros, ellos posaban ajenos, generando un video viral que cuestionó la lealtad partidista. Sheinbaum lo minimizó entonces como un “descuido”, pero el domingo replicó el desaire: relegó a estos líderes detrás de vallas de seguridad, pasando sin saludarlos mientras se tomaban fotos “contentos”.
Monreal “bromeó” en redes sobre estar “encorralado”, y Sheinbaum negó mensajes ocultos, atribuyéndolo a protocolos de seguridad. El mensaje es claro: que lo vea quien quiera verlo.
Aunque la onda expansiva podría llegar a las entidades federativas y eso podremos verlo en próximas fechas con el castigo para quienes se sumaron a Adán Augusto, el hombre que este domingo hubiera pagado tres reses por una selfie con la presidenta.
Otro ejemplo lo tendremos aquí en Tlaxcala, donde Morena consolida su hegemonía bajo Marcela González Castillo –quien recientemente conmemoró los 7 años de la 4T con asambleas locales–, este gesto resuena como advertencia. La paciencia es poca y queda reservada para los nietos de Sheimbaum y no aceptará deslealtades o simulaciones.
Políticos locales ven en el gesto un llamado a la disciplina partidista, crucial ante la reorganización de comités seccionales y la preparación para elecciones futuras. “La unidad no es opcional; es mandato de la transformación”, escribieron en redes sociales cientos de militantes tlaxcaltecas, que aunque con otras palabras, exigen eso: lealtad y unidad al movimiento. El problema es que ambas cualidades se mantengan hasta el 2027.
Mientras la oposición duerme en sus nichos, porque es evidente que no han logrado crecer ni siquiera en la percepción, Morena Tlaxcala debe alinear egos para evitar fisuras que debiliten el proyecto nacional en el estado. Con tantos tiradores en la competencia será difícil que ninguno reclame piso parejo, ya ve usted que no lo hay.
Sheinbaum, con 75% de aprobación, demuestra músculo, pero el “corralito” recuerda: en la 4T, nadie está por encima del pueblo, empezando por ella, la guía que se alineo con el movimiento fundado por López Obrador y lucha a toda costa para evitar que las deslealtades acaben con su paciencia y gobierno, aún así no rompe pero da lecciones que espera sean entendidas por los distraídos políticos que hoy encabezan el partido en el poder.
Las tres de ley… 1- ¿Quién se hubiera imaginado que Marco Antonio Mena Rodríguez, Mariano González Aguirre e Ignacio Ramírez Sánchez estarían aplaudiendo y conviviendo con los morenistas que hasta hace unos años veían con más asco que afinidad?. Menos en el zócalo capitalino, trinchera que la izquierda ha hecho suya.
2- El exgobernador Mena Rodríguez hoy está metido en la función pública y pintado de morenista gracias a la entrega de la plaza y estas imágenes solo confirman lo que mucho ha señalado el ganadero Mariano González Zarur. El ex primer priista de la entidad vendió la causa tricolor.
3- Lo de Marianito y su fiel escudero Nacho no es de sorprender. Después de perder el Estado de México -a través de la matriarca Alejandra del Moral-, hoy también funcionaria federal de Morena, no les queda de otra que mantener esa vela prendida. Quién sabe, pero se afirma que el priismo puede tener un segundo aire con la salida de morenistas inconformes y probablemente alguno de ellos quiera recuperar algún cargo, ya sea con la camiseta guinda, tricolor y me atrevo a pensar que incluso con la verde.
