¿Y si los tres pesos, dos millones, o cien mil destinados a los festejos por los 500 años de la fundación de Tlaxcala se hubieran invertido en mejorar las calles de nuestras colonias? ¿Quién se habría inconformado? Nadie.
Porque los tlaxcaltecas no anhelamos fuegos artificiales ni espectáculos vacíos; queremos calles dignas, iluminación adecuada y servicios básicos que reflejen el esfuerzo de quienes pagamos impuestos.
No se trata de carecer de orgullo o identidad. Al contrario, el verdadero orgullo tlaxcalteca radica en el bienestar de su gente, en la prosperidad compartida, no en eventos que solo benefician a unos pocos.
Los capitalinos no pagamos predial, agua ni otros impuestos para ver a políticos celebrar con fastos mientras nuestras necesidades básicas siguen sin atenderse. No estamos felices, y con razón.
Los hermanamientos, como el anunciado con San Juan Argueta, Sololá, Guatemala, en el marco de esta conmemoración, suenan grandilocuentes, pero ¿qué beneficios tangibles traen a Tlaxcala? Nos hablan de intercambios histórico-culturales, pero no nos explican cómo estos se traducirán en mejoras para nuestra entidad.
Si la cultura fuera realmente una prioridad, no tendríamos una plaza de toros que es motivo de burla nacional, ni se privilegiarían a empresas que han dañado la imagen de nuestra tierra en la prensa del país. Promover un circo en plena celebración de nuestra fundación no es un acto de amor por Tlaxcala; es una afrenta a nuestra inteligencia y a nuestra historia.
Lo que sí es palpable es el uso de estos festejos para fortalecer redes políticas. Figuras como Beatriz Paredes Rangel y Linda Marina Munive Temoltzin, junto con otros, parecen beneficiarse de un reencuentro pagado con el dinero de los tlaxcaltecas. O ¿quién propuso a Linda Marina como embajadora en Guatemala, no acaso la misma que la trajo a Tlaxcala el viernes pasado?
Y mientras tanto, se otorgan preseas a quienes tienen poder político, en lugar de reconocer a los verdaderos héroes de nuestra tierra: los artesanos que tallan con orgullo la palabra Tlaxcala, los deportistas que nos representan, los artistas que dan vida a nuestra cultura o los trabajadores que mantienen limpia nuestra ciudad.
“¡Sin Tlaxcala no hay México!” es una verdad histórica, pero recuerden señoras y señores de traje sastre que sin el pueblo no hay gobierno que prospere. Nuestros gobernantes deben entender que Tlaxcala no es una empresa para montar carpas, espectáculos y fuegos artificiales.
La verdadera celebración de nuestros 500 años debería ser con y para la ciudadanía: con calles bacheadas, colonias iluminadas, basura recolectada y un futuro digno para todos.
Las tres de ley… 1- Linda Marina Munive y Beatriz Paredes Rangel seguramente celebrarán por separado que Marco Tulio Munive vaya a convertirse en Notario Público en breve. No cabe duda que el universo conspira y para fortuna de una familia todo es miel sobre hojuelas. hermosa casualidad.
2- El que no está feliz es el expresidenta municipal de la Magdalena Tlaltelulco, pues ahora que se ha confirmado su ingreso a la lista negra pasarán, al menos, tres meses para conocer su futuro inmediato. Con todos los elementos que ha dado la Fiscalía Anticorrupción parece que el futuro en el Cereso está sellado.
3- Anoche diversas instituciones policiales se dieron cita en. un domicilio de Apizaco en dónde parece ser, encontraron los vehículos robados al ex rector de la UTT. De confirmarse esta información en breve se tendrán noticias de los involucrados y para nadie es sorpresa que esto se desarrolle en Apizaco, una de las demarcaciones más atacadas por la inseguridad.































































