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MARTÍN RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ/INNOMBRABLE
MARTÍN RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ/INNOMBRABLE

Innombrable

De Titiritera a Títere del PRI

Estoy confundido, pensé que en Tlaxcala se celebraban los 500 años de la capital, pero ahora creo que el festejo es para todos aquellos que están en torno a Beatriz Paredes Rangel o de todos ellos hacía su jefa. ¿Entonces estaríamos celebrando el renacimiento del PRI en Morena y algunos no nos habíamos dado cuenta?

No me diga usted que haber servido como títere del PRI y de Alejandro Moreno Cárdenas en la última elección presidencial es suficiente para equipararse con personajes como el maestro Tito Díaz que se ganó la presea por 50 años de trayectoria, o lo mismo que Guadalupe Alemán y Alejandro Jara, iniciadores del Festival Internacional de Títeres “Rosete Aranda”. Personalmente no lo creo.

Por eso el Festival Internacional de Títeres 2025 ha desatado una polémica que pone en entredicho la transparencia y los méritos detrás de uno de los reconocimientos culturales más prestigiosos del estado: la Presea Rosete Aranda que reconoce el legado de esa familia para el mundo de los títeres.

Y sin embargo este año, el director del Museo Nacional del Títere (MUNATI), Ignacio Tapia Echavarri, anunció con bombo y platillo que la galardonada será Beatriz Paredes Rangel, exgobernadora de Tlaxcala y expresidenta nacional del PRI, una decisión que ha levantado cejas y sospechas en la comunidad artística.

La Presea Rosete Aranda, nombrada en honor a la célebre titiritera tlaxcalteca, ha sido tradicionalmente un reconocimiento a la dedicación y trayectoria en el arte de los títeres, con figuras que han entregado hasta 50 años de su vida a esta disciplina.

Sin embargo, este 2025, el comité encabezado por Tapia Echavarri decidió premiar a Paredes Rangel, argumentando que durante su sexenio (1987-1992) se rescató el Festival Internacional de Títeres y se gestó la primera etapa del MUNATI. ¿Es esto suficiente para justificar el galardón? Para muchos, la respuesta es un rotundo no.

En este entendido la exigencia de Willebaldo Herrera toma sentido, ¿por qué a ella si la reconocen por ser “fundadora, impulsora, precursora”, y a él simplemente lo ignoraron?. Si el mérito es por antecedentes claro que Willebaldo tuvo que haber sido invitado y presumido tal y como ahora le queman incienso a la oriunda de Tizatlán.

El nombramiento huele a favoritismo político. Ignacio Tapia, quien en su pasado fue tercer regidor en Chiautempan por el PRI, parece haber encontrado en Beatriz Paredes una aliada ideal para engalanar las festividades de los 500 años de Tlaxcala. Pero la cosa no termina ahí.

La presencia de Linda Marina Munive Temoltzin, oriunda de Chiautempan y ahora embajadora de Guatemala agrega más leña al fuego. ¿Coincidencia? Difícil de creer. Lo que se percibe es una red de amistades y lealtades políticas que, bajo el pretexto de celebrar la identidad tlaxcalteca, parece estar tejiendo una narrativa de autoelogio entre exmilitantes del PRI, algunos de los cuales han encontrado un nuevo hogar en Morena.

Mientras el Festival Internacional de Títeres, que se llevará a cabo del 14 al 26 de octubre, promete ser un escaparate de talento con 22 compañías nacionales e internacionales, el anuncio de la presea opaca el brillo de esta tradición.

La comunidad titiritera, que ha visto en el MUNATI y en el festival un espacio para preservar un arte profundamente arraigado, se pregunta por qué no se reconoció a quienes han dedicado décadas a construir marionetas, contar historias y mantener viva la herencia de Rosete Aranda.

En cambio, la elección de una figura política de alto perfil, cuya contribución al mundo de los títeres es, en el mejor de los casos, tangencial, genera especulaciones inevitables.

Tapia Echavarri defiende su decisión asegurando que la presea no siempre se otorga a titiriteros, sino a quienes han fortalecido la cultura tlaxcalteca en un sentido amplio. Pero esta explicación no convence a todos.

La sombra de la política se cierne sobre un festival que debería ser un faro de creatividad y mérito artístico. Y mientras Tlaxcala celebra sus 500 años, no podemos evitar preguntarnos: ¿es esta una conmemoración de la riqueza cultural del estado o un homenaje al PRI reciclado en Morena?

La respuesta, al parecer, está en las manos de los titiriteros… o de quienes mueven sus hilos.

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