Las adquisiciones que el Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) está haciendo de cara a las elecciones, tanto federales como locales, del próximo 2 de junio, parece que serán el principio de su fin. No es que uno le desee esa suerte, pero se observa con claridad ese escenario a causa de errores propios.
En su deseo de postular el mayor número de cuadros competitivos para los comicios venideros, está prefiriendo impulsar candidaturas provenientes de fuera de sus filas, dejando a un lado a los morenistas de hueso colorado, a los que hicieron posible la creación del partido.
El problema es que aquellos que vienen de fuera están bien identificados: priístas y panistas fracasados, en su mayoría, que al ver la caída electoral de sus respectivos partidos, han preferido abandonar el barco.
Dice el dicho popular: el que traiciona una vez, traiciona dos veces.
Y si aquellas y aquellos que abandonaron al PRI y al PAN llegan a Morena para ser postulados buscando cargos públicos como antaño, hay una alta probabilidad de que lo vuelvan hacer, es decir, abandonar a Morena para irse a otros institutos políticos. Así hay varios que lo han hecho, y les ha redituado hasta ahora.
En 2021, una buena cantidad de expriístas y ex perredistas alcanzaron candidaturas para llegar a gubernaturas. Esos fueron los casos de David Monreal en Zacatecas; Miguel Barbosa en Puebla; Layda Sansores en Campeche, Miguel Ángel Navarro en Nayarit; Alfonso Durazo en Sonora; Lorena Cuéllar en Tlaxcala; y más recientemente Julio Menchaca en Hidalgo y Américo Villareal Anaya en Tamaulipas.
En este año electoral, sin embargo, las cosas se le están complicando a Morena en varias entidades federativas. Una de ellas es Puebla, donde los denominados morenistas “puros” están molestos de que el “viejo” PRI los está desplazando.
Es así porque el expriista Alejandro Armenta, virtual candidato a gobernador por el partido guinda en Puebla, está logrando imponer a José Chedraui, otro priista convertido al morenismo, para buscar la alcaldía poblana. Y así como se ve esto en el vecino estado de Puebla, también se ve en otras entidades federativas, como en Yucatán.
En Tlaxcala, por ejemplo, mucho se han cuestionado las decisiones provenientes de Palacio de Gobierno para incorporar dentro de la administración pública a priístas y panistas venidos a menos, e incluso a militantes de otros partidos políticos que ahora mismo buscan candidaturas al Congreso de la Unión, desplazando a verdaderos morenistas.
Critican que algunas de las principales posiciones dentro del gabinete estatal no se estén dando a tlaxcaltecas, sino a fuereños que en realidad no tienen mayores méritos políticos en Tlaxcala, más que acaso intercambios políticos con otros mandatarios o grupos políticos que no son del estado.
Eso que parece no estar identificado como un problema por parte de quien o quienes toman las decisiones en el partido, desde lo nacional como desde lo local, ya causa severas molestias en un número nada despreciable de la militancia Morena.
Y si bien a nivel nacional la figura de Andrés manuel López Obrador puede mitigar algunas de esas inconformidades, perdonando de pecados a los que están ingresando al partido para buscar candidaturas, es claro que en lo local no está causando el mismo efecto.
No sería raro, en consecuencia, que la votación alcanzada en 2021 no llegue a números cercanos en junio próximo, por más que la lista y el padrón electoral hayan crecido.
