Ahora que Ixtenco vuelve a demostrar que el Maíz es un fuerte aliado de los tlaxcaltecas, tanto en lo gastronómico como en lo cultural, valdría la pena que las autoridades escolares que han implementado una “lucha” contra la comida chatarra vieran las bondades de este alimento, al menos en nuestra entidad. Pero parece que el negocio volverá a ganar.
La reciente decisión del secretario de Educación Pública a nivel federal, Mario Delgado Carrillo, de integrar al Consejo Mexicano de la Industria de Productos de Consumo (ConMéxico) en el programa federal Vida Saludable es un retroceso alarmante en la lucha contra la obesidad infantil en México, un país que ostenta el vergonzoso primer lugar en este problema a nivel mundial.
La estrategia, que busca promover hábitos saludables entre estudiantes, se contamina al incluir a las mismas empresas que producen alimentos ultraprocesados, bebidas azucaradas y cigarrillos, responsables directos de los índices epidémicos de enfermedades crónicas.
Esta medida no solo traiciona los principios de la Nueva Escuela Mexicana, sino que pone en riesgo la salud de millones de niños, incluyendo los de nuestro territorio.
ConMéxico, que agrupa a gigantes como Coca-Cola, Bimbo y Nestlé, ha sido acusado durante décadas de usar programas de “salud” para limpiar su imagen mientras sus productos —cargados de azúcares, grasas saturadas y aditivos— siguen dañando a la población.
La crítica del exsubsecretario Hugo López-Gatell en diversas entrevistas es contundente: al permitir que estas empresas “donen” básculas, elaboren materiales educativos y compartan “investigaciones científicas”, Delgado les otorga un “poder indebido” sobre un programa que debería proteger a los niños, no servir como plataforma publicitaria.
López-Gatell advierte que estas industrias, expertas en generar pseudociencia, debilitarán la iniciativa al imponer sus criterios, como ha sucedido históricamente con la industria tabacalera.
El doctor Héctor L. Frisbie lo resume con claridad: invitar a estas empresas es como dejar al lobo cuidar el gallinero. La historia reciente lo confirma.
Durante el sexenio pasado, México avanzó con regulaciones como el etiquetado frontal de advertencia, que limitó el poder de estas corporaciones. Sin embargo, la reunión del 9 de abril entre Delgado y 27 empresas de ConMéxico, donde se acordó su colaboración en Vida Saludable, huele a una capitulación ante el poder económico.
Las promesas de donaciones y materiales educativos no son más que una cortina de humo para seguir lucrando a costa de la salud pública. Todos lo vemos y conocemos que así comienzan las historias que han podrido el futuro de los mexicanos.
En Tlaxcala, las repercusiones de esta medida serían especialmente graves. El estado enfrenta tasas crecientes de obesidad infantil, con un 35% de los niños en edad escolar afectados, según datos del Instituto Nacional de Salud Pública.
Las comunidades rurales, donde las cooperativas escolares suelen ser el único punto de acceso a alimentos, dependen de productos baratos y ultraprocesados que dominan el mercado.
Permitir que empresas como Pepsico o Coca-Cola influyan en los programas educativos no solo perpetúa esta dependencia, sino que normaliza el consumo de productos nocivos en un entorno donde la desnutrición y la obesidad coexisten como dos caras de la misma moneda.
Además, Tlaxcala, con su rica tradición agrícola, podría apostar por vincular a los campesinos locales con las escuelas para ofrecer alimentos frescos y nutritivos, como sugieren activistas en redes sociales. Aquí no hace falta montar “viveros educativos”, nuestro campo sigue siendo materia dispuesta.
En cambio, Delgado opta por aliarse con quienes agravan el problema. Opta por darle el poder en la toma de decisiones a quienes imponen sus negocios a costa de quien sea, sin meditar que los principales afectados son nuestros infantes.
Las críticas en X, desde académicos como el doctor Zamudio hasta ciudadanos como Gustavo Díaz, reflejan una indignación compartida: la salud de los niños debe estar por encima de los intereses económicos.
Al involucrar a ConMéxico, Delgado no solo contradice el espíritu de la estrategia Vida Saludable —que incluye prohibir la venta de comida chatarra en escuelas a partir de marzo de 2025—, sino que socava la confianza en un gobierno que prometió priorizar el bienestar colectivo.
México merece una educación que fomente la salud, no que la negocie con quienes la han comprometido por décadas; en Tlaxcala y en todo el país, esta rendición debe ser frenada antes de que el daño sea irreparable.
La salud de los niños y la credibilidad de un movimiento está en juego, pero si el movimiento muere habrá oportunidad de formar otro tal como ha sucedido, sin embargo si las infancias no se protegen, estamos ante la extinción de políticas públicas y la erosión del sistema de salud, ningún país está preparado para eso.
