Luego de que el Poder Judicial restituyera en el cargo a Edmundo Jacobo Molina como titular de la Secretaría Ejecutiva del Instituto Nacional Electoral (INE) y que los integrantes del organismo autónomo celebraran la decisión como una victoria sobre el “Plan B”.
La respuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador fue contundente: “Me llena de orgullo perder así”.
Como ya se lo he dicho en este mismo espacio, AMLO hasta cuando pierde termina ganando. Ver como una derrota para el presidente la restitución de Jacobo Molina en el INE es una visión muy corta.
Si revisamos el historial de este funcionario entenderemos que el hecho de que haya conseguido una suspensión por parte de la jueza decimosegunda de distrito en Materia Administrativa de Ciudad de México, Blanca Lobo Domínguez, para mantenerse en el cargo, solo refleja el nivel de corrupción que existe en el Poder Judicial, lo que ha repetido y evidenciado hasta el cansancio el propio López Obrador.
Desde Palacio Nacional, AMLO exhibió el comportamiento de Lorenzo Córdova Vianello, presidente del INE, quien junto con los consejeros y asesores montaron una fiesta y recibieron de pie y con aplausos a Edmundo Jacobo Molina en la sesión del pasado lunes. Una verdadera novela lo que se vivió.
Las imágenes de la sesión extraordinaria del INE no tienen desperdicio, ver a Lorenzo Córdova recibir con el saludo militar (llevándose la mano derecha a la cien) a Jacobo Molina evidencia la complicidad que existe entre estos dos personajes.
¿Sabrá Lorenzo Córdova que el saludo militar es un acto que se utiliza para mirar a los ojos a un superior y rendir homenaje a la autoridad? Lo que es un hecho es que este simbólico saludo deja claro que Jacobo Molina es el verdadero cerebro detrás del presidente del INE.
Escucharlo desvivirse en elogios hacia quien ha sido su comparsa durante años y definirlo como “padre de la democracia” refleja el momento que vive Córdova Vianello quien en el ocaso de su salida del INE se desdibuja como consejero presidente, para convertirse en un activista en pro del organismo del que vive desde 2014.
En su ambición de poder y ansias por no dejar los privilegios, los consejeros no se dan cuenta que legitiman los argumentos del presidente en torno a que el INE se ha convertido en un aparto oneroso y burocrático. Es el poder por el poder.
Celebrar como un revés al “Plan B” que un funcionario regrese al puesto que ha ocupado los últimos 14 años, en un organismo en el que lleva más de 30 años cobrando “porque esto representa que se ha reivindicado la democracia”, resulta ridículo.
Como lo dijo el propio presidente Andrés Manuel López Obrador después de ver el show que montaron en el INE: “El poder atonta a los inteligentes y a los tontos…los vuelve locos”, así o más claro.
Y no crea que en el Instituto Tlaxcalteca de Elecciones (ITE) se viven condiciones diferentes al INE, basta revisar los sueldos que reciben los funcionarios, el cual a pesar de lo que argumenten, solo devengan en los procesos electorales.
La percepción en la población tlaxcalteca sobre el trabajo que realizan los funcionarios del ITE es generalizada:
ganan mucho para lo poco que trabajan.
Así, la restructuración que propone el “Plan B” de AMLO cuenta con un amplio respaldo social, pues resulta indignante que mientras el grueso de los trabajadores padezcan condiciones laborales precarias, un puñado de funcionarios bajo el argumento de “defender la democracia” reciban jugosos sueldos y prestaciones producto del erario.
Para dimensionar el aparato burocrático del INE en Tlaxcala, hay que revisar las recientes declaraciones del presidente de la Junta Local, Jesús Lule Ortega, quien reconoció que actualmente cuentan con 28 personas del Servicio Profesional Electoral en el estado y la reforma establece que deben existir solo seis trabajadores en los tres distritos.
¿Se imagina el ahorro que representa pasar de más de una veintena de trabajadores a solo media docena?, de este tamaño es el impacto de la reforma de AMLO.
Usted juzgue si se justifica la aplicación de estos recursos en tareas que tiene solo su impacto en un par de meses que es cuando se celebran las elecciones. Cobran 12 meses, pero realmente “desquitan” 60 días y eso solo algunos.
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