Algo huele muy mal en la Escuela de Música del Estado de Tlaxcala, mejor conocida como la EMET. Desde hace varios días me han llegado varios mensajes de alumnos inscritos en esa institución y de padres de familia denunciando una serie de irregularidades y arbitrariedades cometidas contra la actual directora, la maestra Dulce Guadalupe Sánchez Contreras con quien ayer pude tener una entrevista EN LÍNEA. Le explico lo que está ocurriendo.
Fíjese que luego de haber presumido un proceso inédito para la designación de quien iba a asumir la dirección de la EMET, un puñado de funcionarios de la Secretaría de Cultura del estado, de la que forma parte la Escuela de Música, ha incurrido en malos manejos, abuso de autoridad y acoso laboral denunciado por la propia maestra Dulce Guadalupe Sánchez, pero también por los alumnos y los padres de estos.
En concreto, señalan a la actual directora de Enseñanza Artística, Helena Hernández de Valle-Arizpe, quien es hija del finado ex gobernador de Tlaxcala, Tulio Hernández y cuyo nombre aparecía en la quiniela para ocupar la titularidad de la Secretaría de Cultura, tras la salida de Antonio Velázquez. Además de Hernández, otros funcionarios que han convertido en un auténtico infierno la situación de la directora de la EMET son Julio César Sánchez Garrido, quien funge como coordinador académico, y Teresa Muñoz, una historiadora que también se encuentra en la Secretaría de Cultura.
Dulce Guadalupe Sánchez asumió la dirección de la EMET el pasado 1 de agosto, luego de haber ganado un proceso de selección, a partir de una convocatoria pública lanzada por la propia Secretaría de Cultura el pasado 4 de abril. La intención, supuestamente, era la de transparentar la designación, pero, sobre todo, tener al mejor perfil, con un proyecto que potenciara las capacidades y habilidades de los alumnos de la Escuela de Música.
En total, hubo cinco aspirantes: Edmundo Zistecatl Flores, Javier A. Hernández Díaz, Víctor Hugo Carmona Lozada, Manuel Ramos Negrete —que por cierto fue uno de los músicos consentidos en el sexenio del neomorenista Marco Mena— y la propia Dulce Guadalupe Sánchez Contreras. La evaluación corrió a cargo de un jurado externo, para, supuestamente, evitar suspicacias.
Ese sínodo estuvo formado por la compositora e intérprete Cecilia Rascón —por cierto, ex cuñada del ex gobernador y actual senador de la República, José Antonio Álvarez Lima—, el director de la Orquesta Típica de la Ciudad de México, el tlaxcalteca Alberto Torres Xolocotzi, además del catedrático de la Universidad Autónoma de Chihuahua, Roberto Sánchez, y el jazzista Tonatiuh Vázquez Vilchis. Tras revisar los proyectos, los sinodales se decantaron por la propuesta de Dulce Guadalupe Sánchez, denominado “Armonía integral”.
La decisión se dio a conocer el 4 de junio y fue muy alardeado por la propia Helena Hernández. Incluso, en un comunicado se mencionó que el proyecto ganador “destacó por su pertinencia académica y artística, así como por las innovadoras propuestas de vinculación comunitaria e institucional y subrayó su enfoque en la inclusión, el respeto, la prevención de la violencia de género y la capacitación constante del personal docente”.
También se presumió “el compromiso de la Secretaría de Cultura de Tlaxcala y de la Escuela de Música del Estado de Tlaxcala con la excelencia educativa y su objetivo de ser un referente a nivel regional y nacional”. Con este proceso inédito de nombramiento de la dirección formaba parte de una estrategia para “formar músicos competentes y aumentar la matrícula académica, marcando un hecho en la historia de la institución, pues, por primera vez, se llevó a cabo este proceso transparente.
De esta manera se garantizó que la mejor propuesta fuera la seleccionada para guiar los esfuerzos y la profesionalización de los futuros ejecutantes en materia musical en el estado”. Maravilloso, ¿no? Hasta allí, todo eran miel sobre hojuelas. La bronca vino cuando la maestra Sánchez asumió la dirección de la Escuela de Música el pasado 1 de agosto.
De inmediato, fue presionada por Helena Hernández para que despidiera a parte de la plantilla de profesores. Así, sin decir agua va. Ni siquiera le dieron la oportunidad de evaluar a las personas que quería echar la hija del ex gobernador. Desde ese momento ha habido un acoso constante por parte de la propia Hernández, al que se han sumado los otros dos funcionarios, de acuerdo con el testimonio de Dulce Guadalupe Sánchez.
La situación ha llegado hasta el extremo de que han tratado de terminar la relación laboral, a pesar de que su proyecto de trabajo incluía esas “innovadoras propuestas de vinculación comunitaria e institucional”, como presumió el gobierno del estado en el comunicado en el que cacareaba el proceso de designación.
Parece que pueden más las ínfulas de grandeza, el sentir que se es dueño o dueña de la institución o simplemente el deseo de correr a gente para poner a sus propios allegados. Quién duda que la idea de quitar a los actuales catedráticos tenga la finalidad de contratar a los amigos de Helena, Julio César y Teresa, sin importar que los despidos conlleven una millonaria demanda por despidos injustificados, pecado que querían cargar en la ganadora de la convocatoria.
También denuncia otras irregularidades, como la alteración de calificaciones, dándoles notas de diez a alumnos que habían sacado cinco, lo cual es sumamente grave, porque situaciones como esa podrían retirar el apoyo del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, echando por la borda el trabajo de décadas.
Por lo pronto, la maestra ya dio parte de la situación a la Secretaría de la Función Pública y a la actual secretaria de Cultura, Karen Villeda, de la que vamos a hablar en otro momento de sus chapulineras actitudes, una de ellas firmar un documento donde acusaba al líder moral de la 4T de ser un enemigo de la libertad de expresión.
Lo cierto es que en un gesto de dignidad y de valentía, la maestra Sánchez —que por cierto estudió en la Escuela Superior de Música y tiene una altísima preparación académica, porque desde muy pequeña tuvo claro que quería dedicarse al arte—, ha enfrentado este acoso e incluso que le impidan entrar a la institución.
Lo único que quiere es “Ver florecer el talento de Tlaxcala”, como me confió en una entrevista que tuve con ella, porque reconoce que “hay mucho talento en Tlaxcala”, es una lástima que los “extranjeros” vengan a reconocer el talento de nuestros jovenes, pero penoso que los locales estén trabajando para opacarlo. Más extraño resulta que un directivo separado de su cargo por ser señalado de acoso, hoy usurpe funciones en un espacio que no concursó y del que no podría por carecer de las exigencias formativas.
La pregunta es, por qué, qué ocultan, a quién, o qué pretender mantener en su control. Urge una auditoria en la EMET y que la Secretaría de la Función Pública (SFP) de Isabel Maldonado Textle transparente lo que ahí se encuentre o, de plano, lo que no se encuentre, no dudo que el fondo del asunto sea un cuantioso faltante.
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@martin_rodriguez.com #DulceGuadalupeSánchezContreras ganó una #convocatoria y pese a ello ha iniciado a ser #acosada laboralmente por el #director que le #antecedió en el cargo.