Ernesto Azain Ávalos Marban es el presidente municipal de Apetatitlán y entre los alcaldes de la entidad comienza a ser llamado “el pollo”, porque apenas da tres pasos y la riega, primero al ser acusado de mocharle el pago a sus trabajadores, después de incumplir a quienes lo apoyaron en la campaña y esa es justamente una de las últimas acusaciones de trabajadores que, al buscarlo para resolver sus problemas de pago de nómina, encontraron demagogia. Política pública que hoy impera en Apetatitlán.
A eso se suma la creciente inseguridad en las comunidades que lo señalan de insensible y voraz porque sus elementos al verse sin un salario digno recurren al “impulso procesal”, sume usted la escasez de agua potable en las comunidades y remátelo con el incumplimiento de las promesas de campaña que ahora sufren sus gobernados pues se traducen en falta políticas públicas.
Sin embargo uno de los temas más señalados por los habitantes es el incumplimiento en el pago de salarios a los trabajadores, problemática que ya no solo está afectando a los burócratas de las oficinas centrales del ayuntamiento sino que también ha llegado a las comunidades.
Tal como sucede en Tecolotla donde Sofía Gutiérrez Acoltzi es señalada de nepotismo y por su intento de ofrecer vente pesotes ($20), por hora trabajada, a sus colaboradores.
A nadie debería sorprender que las presidentas y presidentes de comunidad se aferren al dinero, pues ese es el ejemplo que Avalos Marban ha puesto.
Aquí mismo le expuse el caso de trabajadores que han recibido una de tres quincenas devengadas. Aunque eso sí, tuvieron que firmar tres nóminas para que el munícipe pudiera justificar toda esa lana que no se entregó, pero si se sacó de las arcas y fue a parar a donde nadie sabe.
Yazmín N., María N., y Dulce N., afirman haber trabajado en las oficinas de la presidenta de comunidad Sofía Gutiérrez Acoltzi y pese a haber desempeñado sus actividades durante un mes, por hasta 11 horas continuas, la presidenta Gutiérrez Acoltzi ofreció un pago de 20 pesos, por hora trabajada.
Ese es inicialmente el trato que propuso, ya después de haber sido encarada por sus colaboradoras sacó el cobre y mostró sus verdaderas intenciones y tajante afirmó: les pago cuando yo quiera y háganle como quieran o se van.
La intención del presidente Azain Avalos, como de la propia presidenta Sofia Gutierrez Acoltzi no es la de cuidar los centavos para destinarlos a obra, alumbrado o servicios municipales, pues la realidad es que al ofrecer una cantidad ofensiva esperaban las renuncias de sus colaboradores para quitarse compromisos de encima y colocar a sus parientes. Al menos ésta estrategia la ha iniciado Gutiérrez Acoltzi en complicidad con Azain.
En el caso de María N., su molestia es mayúscula pues por el trabajo político realizado a favor de ambos, no solamente esperaba ser la suplente de la presidenta, como ahora lo es, sino también recuperar parte de la inversión económica hecha para sostener la campaña del ex secretario del ayuntamiento y hoy alcalde.
Las tres féminas no dan crédito a la indolencia de la presidenta y mucho menos del presidente municipal, pues han sido claras al puntualizar que las tres sostienen parte de los gastos en sus hogares, uno de ellas también apoya a su madre y otra más tiene el peso económico de sus hijos y los gastos escolares. Pese a eso Azain y Sofía han hecho mutis.
En un intento desesperado por resolver el conflicto, las ahora excolaboradoras -porque las tres fueron separadas de sus escuetos encargos- se acercaron al presidente municipal emanado del Partido de Alianza Ciudadana (PAC), sin embargo la respuesta fue desalentadora: “La presidenta tiene el poder de ejercer el presupuesto como ella quiera”.
Yo agregaría, ¿qué esperaban de alguien que rasura el salario de sus colaboradores, con qué calidad moral podría “llamar la atención” de quien emula su estrategia financiera?.
Paralelamente se ha revelado que Gutiérrez Acoltzi incluyó a sus familiares directos en la nómina de la presidencia municipal y de comunidad, entre las que -a decir de las afectadas- se encuentra su esposo, hijo y sobrinos, quienes reciben un salario mayor a los veinte pesotes que ofrecía a su suplente y otros trabajadores más.
Las colaboradoras no solo han denunciado el impago, sino también el trato autoritario y despectivo de la presidenta: “Es una persona soberbia y prepotente, carece de humildad para tratar a quienes trabajamos con ella”.
Lo peor no es eso, sino los comentarios que la autoridad de la comunidad ha vertido sobre sus respectivas ex colaboradoras, buscando desacreditar la imagen de quien hasta hace un par de meses exprimían su tiempo y el efectivo que podían, todo con tal de ganar el hueso político que hoy ostentan.
Las afectadas conocen la dificultad que existe para que la autoridad municipal y de comunidad paguen o cumplan con lo prometido, sin embargo esperan que el Organo de Fiscalización Superior realice una revisión detallada de los primeros meses de esta administración.
Su versión, que por ahora es “anónima” -en la medida de lo posible- puede servir para que el titular de esa oficina inicie una profunda investigación.
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