Muchos fueron los damnificados por el tsunami electoral del 2 de junio provocado por Andrés Manuel López Obrador. Pero sin duda que el más afectado fue el PRD.
La debacle electoral del 2 de junio significó el acta de defunción de un partido que llegó a ser la segunda fuerza electoral, incluso en 2006 rozó la silla presidencial, que se le escapó gracias a la alianza de la llamada mafia del poder, como la bautizó el propio López Obrador.
Después de su violento parto, tras las elecciones fraudulentas de 1988, pagó un altísimo derecho de piso durante el corrupto régimen de Carlos Salinas. Cientos fueron los perredistas asesinados, sobre todo en estados como Michoacán y Guerrero, cuna de varios de los cárteles más agresivos del país, que estaban —y están— coludidos con caciques y mandos que en su momento formaron parte del PRI o que le aportaban grupos de choque.
El PRD tuvo su gran momento en la segunda parte de la década de los noventa, cuando obtuvieron varias gubernaturas, empezando con la jefatura del entonces Distrito Federal, con Cuauhtémoc Cárdenas. Luego se siguieron los triunfos en Zacatecas, Tlaxcala, Baja California Sur y Michoacán.
Casi la quinta parte de la población del país estaba gobernada por algún mandatario perredista, todos ellos tránsfugas del PRI, incluyendo a Cárdenas, además de Monreal, Sánchez Anaya y Cota.
Poco a poco se fue construyendo la posibilidad de llegar a la Presidencia de la República, sobre todo cuando López Obrador ganó la jefatura del DF, desde donde construyó su candidatura, aunque siempre se daba por muerto.
Solo la brutal campaña negra desplegada por empresarios coludidos con el panismo retrógrado pudo detener la carrera de López Obrador. Ese 2006 fue el momento estelar del PRD. Se quedaron a .54 por ciento de los votos de llegar a Los Pinos. Luego todo fue cuesta abajo. Ni siquiera la sorpresiva campaña de 2012 pudo mantener con vida al Sol Azteca. Para ese momento ya solo conservaban la Ciudad de México.
Las disputas entre AMLO y los Chuchos, la tribu perredista mayoritaria, que se agandalló casi todos los órganos partidistas, además de los peleadísimos primeros lugares en las listas de candidaturas plurinominales, acabaron en un divorcio político, que dejó herido de muerte al PRD.
Morena ha representado un larguísimo crepúsculo para los perredistas, muchos de los cuales abandonaron el barco que se hundía para buscar refugio al amparo de López Obrador. Sin ir más lejos, Monreal, Sánchez Anaya y Cota son ahora distinguidos morenistas, impolutos y libres de todo pecado priista.
Con la pérdida del registro nacional, los retazos del perredismo se ven ante la disyuntiva de acabar de disolver al partido y darle otro nombre a nivel local, o de plano cargar con el peso de un muerto que rozó la gloria política, pero que nunca fue capaz de resolver todas las contradicciones internas y guerras civiles que afectaron crónicamente a esta izquierda institucional, una izquierda que cobraba con la derecha, acaso han dicho periodistas como Scherer, el padre, que fue fiel notario de la historia.
Las tres de ley… 1- Anabel Avalos Zempoalteca celebra a los líderes de los regidores, de los síndicos y de los presidentes de comunidad, pero ignora o cierra los ojos ante la primera ocasión que el Revolucionario Institucional se queda sin diputados en la legislatura local, cosas que nadie se hubiera imaginado ver.
2- La declaración de Juan Manuel Cambrón Soria advirtiendo a Movimiento Ciudadano (MC), Partido Alianza Ciudadana (PAC) y Morena que, en caso de pretender que el partido amarillo apoye sus aspiraciones rumbo al 2027 tienen que ser sus líderes quienes tomen la iniciativa para la negociación, parece una apuesta aventurada, pero lo mismo decían aquellos que aconsejaban ir con PRI y PAN y no en solitario. El tiempo le dio la razón al exdiputado.
3- El hecho es que Tlaxcala vive un desgaste acelerado de sus líderes morenistas, en gran medida por la descontrolada delincuencia, por la falta de operadores y por los antecedentes de quienes hoy dicen asesorar en Palacio de Gobierno; ante este escenario será difícil ver una sucesión sencilla y sin duda que todas las canicas serán cotizadas. La apuesta de Cambrón no es del todo mala… a rio revuelto.
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