El Instituto Tlaxcalteca de Elecciones (ITE) confirmó la noche de este domingo que le ha quedado a deber a Tlaxcala. Una incapacidad manifiesta se dejó completamente descubierta este domingo cuando a entradas de la noche no había podido asignar las diputaciones locales por la vía de la representación proporcional.
Uno entiende que los conflictos políticos en materia electoral pueden surgir en cualquier momento de la jornada comicial, pero la incapacidad de quienes conformaron los Consejos Electorales sí fue manifiesta por falta de capacitación. Y ahí estuvo la falla del Consejo Genereal.
Además, el ITE jamás transperentó su convenio con las autoridades gubernamentales para asegurar la seguridad de la jornada electoral, a pesar de que había una decena de municipios enmarcados como focos rojos para la jornada electoral.
El Instituto Nacional Electoral (INE), cuyo delegado Jesús Lule Ortega, no sabe lo qué es encabezar la organización de un proceso electoral local, minimizó esos focos rojos.
No contribuyó en los términos de seguridad para el buen desarrollo de las elecciones. Y eso, se vio reflejado, sobre todo, en la inconformidad de diferentes candidaturas después de las 6 de la tarde.
Varios cómputos se complicaron no sólo por la quema de paquetes electorales, sino por la tensa situación política que se vivió en los Consejos Electorales, la mayoría de ellos municipales.
¿Recuerda usted cuantos recuentos fueron atraídos por la autoridad electoral electoral local en los últimos 15 años? No en el número de lo que vimos este 2024.
Lo cierto es que se vivió una jornada postelectoral sumamente conflictiva que dejó mal parados al presidente, a las consejeras y a los consejeros del ITE.
Todos, observando desde un cómodo asiento tratando de resolver conflictos que pudieron ser atenuados con anterioridad y con una mejor capacitación a quienes integraron los Consejos Municipales.
No lo aceptan porque cierran los ojos a una autoevaluación crítica desde la cabeza de un órgano rebasado por los hechos.
Corresponderá ahora al Tribunal Electoral de Tlaxcala (TET) resolver las impugnaciones que se presenten por el resultado de los cómputos, pero si de ya desde antes se veía la intervención de la autoridad jurisdiccional, ahora con más razón para llegar, incluso a la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Lo peor es que la conflictividad ya se veía desde la aprobación del registro de candidaturas, con el rechazo de aquellas presentadas por el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Nunca quedó claro porque el tricolor y su alianza con el partido Acción Nacional (PAN) fue rechazada cuando presentaba irregularidades similares a las de otros institutos políticos.
En una evaluación objetiva, la autoridad electoral ha salido mal parada, mal evaluada. Tanto el ITE como el INE, sobre todo porque entre embas instituciones se observaron criterios totalmente dispares en la evolución de los hechos.
Jesús Lule Ortega y Emmanuel Ávila González tendrán los conocimientos electorales suficientes y necesarios para formar parte de los órganos electorales que hoy mismo encabezan, sin embargo, su sensibilidad política los acabó por exhibir.
Como Poncio Pilatos, el INE se ha levado las manos, y el ITE mostró insuficiencias e incapacidades que es preciso subrayar.
Con todo, las elecciones de este 2024 han pasado dejando tras de sí muchas experiencias para sus organizadores. Lamentablemente el aprendizaje de varios de sus integrantes se ha sentido en aquellos municipios que vivieron violencia y tensión al más alto calibre durante la etapa de los recuentos.
Ojalá no volvamos a ver una jornada comicial como la vivimos el pasado domingo 2 de junio, particularmente después de la media noche, en la contabilización de los votos.
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