De ninguna manera puede minimizarse la renuncia al Partido Revolucionario Institucional (PRI) de Mariano González Aguirre tras 24 años de militancia.
No lo es porque él representa el legado de su padre, el ex gobernador Mariano González Zarur, quien por su parte, a pesar de los muchos días aciagos que pasó cuando el tricolor no era gobierno en Tlaxcala, jamás se hizo a un lado para luchar por sus aspiraciones.
Pero no es solo es por eso. González Aguirre comenzaba a fraguar una carrera política propia que lo colocaba como uno de los aspirantes priístas a la gubernatura en 2027.
Ahora cambia de bando para sumarse al de su esposa: al Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
Eso, de entrada, ya lo aleja de esa posibilidad porque ahora mismo hay tres figuras que sobresalen en Morena y aliados, para estar presentes y jugar un papel importante en la sucesión de Lorena Cuéllar Cisneros.
Me refiero a los nombres de Ana Lilia Rivera Rivera Rivera como senadora, Raymundo Vázquez Conchas como diputado federal y Alfonso Sánchez García como presidente municipal de Tlaxcala.
Pero antes de entrar a algún posible escenario de sucesión, lo que deja Mariano González Aguirre es la confirmación de un PRI declinante, totalmente en crisis que podría hacerlo desaparecer.
Ahora la única figura que aparece en el escenario priísta es el de Anabell Ávalos Zempoalteca, que como próxima senadora de la República intentará desde esa tribuna abrirse paso no sólo para ganarse la postulación, sino, sobre todo, la confianza de un electorado que, está demostrado, le ha vuelto la espalda por su pasado corrupto y corruptor.
Un pueblo que se siente traicionado después de haber confiado en él en 2012 con la llegada de Enrique Peña Nieto.
No es lo único que en el PRI debe preocupar, que ya no hay contrapeso en la disputa por la candidatura al gobierno estatal, sino también el hecho de que con la salida de González Aguirre ya no existe contrapeso interno al interior del partido.
Desde ahora todas las consultas, todas las decisiones, todo el poder, pasará por Beatriz Paredes Rangel, la actual senadora que se ganó ese lugar en el proceso interno de selección de la candidatura de la coalición Fuerza y Corazón por México a la presidencia de la República.
Mariano González Zarur ya no cuenta con ningún actor político que se apreste a competir con Paredes Rangel.
Quienes a él pertenecían se han desperdigado buscando acomodo en otros rincones, pero sin el éxito buscado. Y ahora, con la renuncia de González, menos.
Eso sí, acaso a quienes se les ubicaba dentro de ese grupo ahora busquen acomodo en el gobierno federal, dentro de la administración que dentro de unos meses encabezará Claudia Sheinbaum Pardo.
No es sólo por González Aguirre, sino por la esposa de éste, Alejandra Del Moral, quien antes de la elección del domingo declinó a seguir formando parte de las filas priístas para incorporarse como seguidora de Claudia Sheinbaum, que no de Morena.
Como lo habíamos dicho en este espacio, era muy probable que el apizaquence la siguiera en su decisión.
Pero eso tal vez sea por el momento. En el futuro es muy probable que Del Moral busque participación en el partido guinda y, con ella, su esposo Mariano González Aguirre.
La pregunta es dónde el apizaquence buscará acomodo para perfilar sus baterías: en Tlaxcala o en el Estado de México. Los grupos políticos morenos en Tlaxcala, por el momento, están bien claros y definidos, y es difícil que acepten a otro para repartirse el pastel.
No se ve claro el porvenir político de González Aguirre, lo único cierto ahora es que su salida ahonda la crisis política de un partido que de apoco se desgrana sin mostrar señales de vida. ¿O alguien ha escuchado de él en estos días aciagos para el priísmo?
@martin_rodriguez.com