Ay la palabra ‘Epifanía’. Una de mis favoritas. Bellísima por musicalidad y significado. Proviene del griego antiguo ‘εφανεροσεν’ / ‘ephanerosen’, palabra que los evangelistas usaron para la manifestación de Jesús: es ‘manifestación’ o ‘revelación’ —otra maravilla de palabra—, y es la acción de mostrarse, de enseñarse, de aparecer y también con mucha relación a lo proveniente de ‘luz’, de ‘brillar’ o ‘resplandecer’.
La luz revelada. Mayormente se usa en nuestra cultura cristiana para la primera manifestación pública de Dios hecho verbo, es decir, la adoración de los Reyes Magos.
Epifanía es aquella luz nueva, esa magia mostrada que nos incita a entender lo distinto. Ese encanto, por ejemplo, inunda pinturas descomunales para la humanidad y que personalmente me ocupan demasiado: La Adoración de los Reyes de Rubens, la de Gentile da Fabriano, la del propio Da Vinci o la de Murillo igual de sublime.
Casualmente todas están representadas entre ruinas; esa idea de los artistas es manifestada por el encuentro entre la Sibula Tiburtina y el emperador Augusto quien le preguntara a la dueña del oráculo si debía ser adorado como un Dios; la adivina contestó advirtiendo la venida de un Rey para siglos futuros: esos son los escombros y el final del paganismo. Es el inicio de lo nuevo. La deconstrucción.
Más allá de recibir regalos y de la ilusión que todos tenemos o tuvimos por despertar el seis de enero, la Epifanía invita con su significado al descubrimiento de conocer la luz de la verdad revelada tras el solsticio de invierno; hay que alegrarse por el final de la larga noche para vivir en la luz. Es la voluntad de la conversión.
Ahora, entiendo la relación de la Navidad, los propósitos del año nuevo y la Epifanía; ojalá el año nuevo nos revele nuevos amores, nuevas pasiones, momentos de lucidez para construir nuevos cimientos sobre los que ya creíamos tener para entendernos mejor y saber quiénes son los demás.
Hay que rechazarnos sabiéndonos los de siempre, olvidar lo estancado y primar por un voluntario resplandor nuevo, fresco y salvaje. Feliz Epifanía. Por muchas revelaciones de amor, de luz, de vida. Salú. *La Adoración de los Reyes Magos. Peter Paul Rubens. Museo del Prado.
