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Martín Rodríguez Hernández Noticias TlaxcalaMartín Rodríguez Hernández Noticias Tlaxcala

Opinión

El color de las jacarandas

No sé qué tiene abril. Los colores jadean y las flores de las jacarandas se arrojan voluntariosamente a morir lejos de donde brotan. Hay por Tlaxcala un tapete creado para no pisarse, un paño morado que te inhibe de lo frecuente; estaba mi día atorado en un engrudo insondable, por no verla, por el trabajo, por los dos goles de tiro libre de Rice al Madrí, y correr, siempre resulta una opción ante cualquier vulgaridad de la vida; la vera del Zahuapan era cundida por un morado fulgurante, y corrí, lento, permeado del martes y de los días pasados, corrí entre flores amoratadas, llovidas por única vez y casi muertas y yo solamente hacía todo por no ofenderlas con mis pies.

Mientras corro, los audífonos reproducen una lista con canciones de abril. La recomiendo. Pero vuelvo, qué tiene abril que tantos le cantan; a unos se les esconde y a otros se lo roban; a unos ilusiona y para otros es nostalgia. A nadie deja indiferente. Para Serrat “especialmente en abril, se echa a la calle la vida, cicatrizan las heridas, y al corazón como al sol, se le alegra la mirada”. Florece también mi respiración que ha vuelto a tener el humo de muchos días dentro; el olor suspendido en las calles es casi tan bueno como el de la guayaba. Sanz, echa de menos cuando llega el mes de abril a ese amor que era como una tarde abril. Dios Santo, qué bello abril, Fito Paez. Pero no solamente escucho música y veo jacarandas, también corro, y las flores en algún lado de la ciudad se empiezan a esconder hasta desdibujarse en su totalidad; busco más porque no solamente quiero correr, sino ver las jacarandas Inmortales y Fugaces, esas “Casi humanas, casi equinas / Casi flores, casi frutos” del poemario “Dicen las Jacarandas” de Alberto Ruy Sánchez.

Quisiera ser capaz de escribir toda la fuerza de la primavera, de las jacarandas y de su color en un haiku (“En tu mirada / florecen jacarandas / y mi deseo”, de Gatopardowski o, “Morado caído / Que me recuerda / El paso del tiempo” de mi hermano Andrés o, “La jacaranda / será la voz profunda / de muchos besos” de Andrés Piña), y no enredarme tanto como siempre. Ojalá ser un haiku, así de simple y profundo. Pero no lo soy. El color de las jacarandas ha llegado, y con él, la esperanza de la primavera; será por el sol, por la resurrección de Semana Santa o por el Madrí de Champions, pero siempre hay algo coronando abril: la esperanza de la jacaranda —aun ajada— imaginando ser un jardín.

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