Arturo Macías, anunciado en los carteles como “El Cejas”, ayer, en un arrebato de honestidad, anunció su retirada de los ruedos de manera temporal. Fue muy sincero al expresar que físicamente no se sentía capaz delante de los toros; y será algo lógico y a mucha honra: le han dado duro. Ha pagado un tributo despiadado. Sus cornadas recientes, particularmente la que cita en su comunicado (Aguascalientes) que lesionó de manera importante uno de sus pulmones, y creo también, la de Madrid en 2019 causante de la limitación de su movilidad, le han orillado a tomar repentina decisión
Loable honestidad de “El Cejas” para con el aficionado que paga un boleto. En este acto, nos remontamos al mejor Arturo Macías, aquel, sí popular, pero honesto y verdadero, mismo que dio una tarde memorable enmarcada en páginas de oro de la tauromaquia mexicana: un mano a mano con José Tomás dentro de un volcán cuasi extinto —Plaza México— en el 2009. Era muy visible lo incomodo que se encontraba a últimas fechas; no se encontraba a gusto en la cara de los toros, orillando, por esa disminución física, a forzar actuaciones generando pocos recuerdos memorables en el aficionado. Sabiamente, el hidrocálido se apegó al principio elemental de cualquier espectáculo popular (y al que deberían remitirse muchos): saber irse o irse a tiempo. Si bien, esto lo establece como una “retirada por tiempo indefinido” y sigue la línea de las recientes retiradas de los toreros, apegados más al “nos vemos en un rato”, que a la verdadera seña y torera acción de cortarse la coleta… le deseamos que las aguas se le calmen, que fortalezca cuerpo y espíritu, y que sobre todo, si vuelve, sea sobre la senda de aquel hombre que nos entusiasmó por conjuntar estoicismo y frescura.
(Tlaxcala). Siempre se ha dicho que las ferias las firman unos y las torean otros. La retirada de Arturo Macías, abre de nuevo lo cerrado. Porque realmente nada está cerrado y ninguna voluntad es única, verdadera y permanente. La esperanza se abre para los aficionados que reclamamos las marcadas ausencias y para las propias ausencias que seguramente ya estarán en capilla deseando ese puesto. Hubo polémica y se levantó la voz por parte de los que pagan: faltaron Angelino de Arriaga y José María Macías.
Con la baja del hidrocálido del cartel del 11 de noviembre, se abre la oportunidad de que Feria Toro redima sus pecados. La decisión lógica y natural parece ser clara: tiene que ser forzosamente uno de ellos dos, y si no fuera así, ellos, los empresarios, se delataran, afirmando que lo suyo fue realmente un capricho en contra de los toreros y en contra de la afición. Así. Directamente. Ambos, Joaquín y José María, tienen las credenciales más que completas para estar en la Feria de Tlaxcala. Angelino es un triunfador indiscutible del país, ya conocido y acartelado en muchas ferias de Tlaxcala; un torero en su mejor momento y muy conocido por la afición tlaxcalteca. José María Macías, triunfó fuerte al lado Andrés Roca Rey en Apizaco, y además, borró a todos proclamándose como triunfador absoluto de la pasada feria de Huamantla. Particularmente, la de Macías, me dejó en el recuerdo la mejor actuación de un tlaxcalteca en suelo de Tlaxcala en años completos.
Qué sea lo que Dios quiera, y no lo que los empresarios sujetos a sus intereses quieran.
