El chicote político que significaba el Órgano de Fiscalización Superior (OFS) se ha terminado. A partir de ahora será la Auditoría Superior de la Federación (ASF) la que asuma en su totalidad las funciones que en algún momento compartió con las entidades federativas.
No hay que ser expertos en la contabilidad para saber que durante los largos años que el OFS “ayudó” en la revisión de los entes fiscalizables, en especial los municipios, se hicieron varios negocios al amparo del dinero público y surgieron nuevos ricos, en lo privado.
Imagine usted si no resultaba un jugoso negocio para quienes fueron titulares del OFS; cada uno de los 60 municipios significaba un cliente potencial a quien le sangraban varios miles para “orientarlos” en su contabilidad, o de plano para limpiarles el cochinero. Así funciona hasta hoy ese Órgano.
Pero no siempre fue OFS, debemos recordar que esa fábrica de billetes comenzó siendo conocida como Contraloría del Poder Legislativo en los 90`s, su creación tenía la finalidad de fungir como contrapeso (entre la contraloría del ejecutivo y legislativo) pero a medida que iban pasando los años y con el desgaste de sus integrantes comenzó su etapa como Órgano de Fiscalización Superior (OFS)
Florentino Flores Xelhuantzi, de Contla; Luciano Crispín Corona Gutiérrez, de Xicohtzinco; Isabel Maldonado Textle, de Tlaxcala y Arturo Lucio Salas Miguela, de San Pablo del Monte, son los nombres que han estado frente al OFS. Sin duda la mejor librada y la que mejores cuentas entregó ha sido la dama que actualmente firma como secretaria de la Función Pública (SFP) en Tlaxcala.
Es cierto, históricamente ya todos los programas federales habían sido auditados por la Auditoría Superior de la Federación (ASF), solo que esa revisión se hacía de manera aleatoria con los “municipios grandes” que manejaban más millones que otros.
Y eso se entiende, pues todos sabemos que económicamente no reciben ni administran lo mismo Huamantla que Apetatitlán. Y sin embargo le pregunto a usted ¿Qué tuvo que suceder para que esas facultades les fueran arrebatadas a Arturo Lucio Salas Miguela y a Tlaxcala?
Dudo que hasta hoy la ASF se haya enterado que el actual titular del OFS salió muy mal librado de su papel como tesorero en San Pablo del Monte, donde las observaciones a sus cuentas públicas debieron impedir su ascenso al organismo encargado de fiscalizar. Esa no puede ser la explicación, descártela usted.
El fondo es de mayor alcance y tiene otra finalidad, quizá la verdadera razón sea amarrarle las manos a quienes a través del OFS pretendían sumar adeptos a sus causas políticas, obligándolos a formarse con la cantaleta de que “aquellos que no quieran jalar se las verán con el OFS y con Marcela González Castillo”, porque eso dicen algunos miembros de los municipios que se han negado a adherirse al club de Tobby que encabeza Alfonso Sánchez García. Ese que dice ser líder de los alcaldes en Tlaxcala.
Otra razón podría ser que algunos presidentes municipales han librado la cárcel y otros más han caído en ella, y no precisamente por el manejo de los recursos sino porque no saben “acordar” con la gente indicada.
Recordará usted que anteriormente el OFS contaba con 3 años para interponer una demanda ante cualquier autoridad municipal: sindico, presidente, tesorero y director de obras. Actualmente son siete años y sin embargo nada se ha modificado, todo sigue siendo acuerdo político y negociación local.
Ante la impunidad para algunos y la fiereza contra otros -como le sucedió al cachorro de Zacatelco-, quizá es que alguien desde la federación quiera quitarle el poder que implican estas funciones a la persona que mal utiliza sus atribuciones; sobre todo porque las denuncias no avanzan, las autoridades no reaccionan y los analistas contables acaban limpiando la suciedad que existe entre cada hoja auditada
La historia no se equivoca y nos recuerda que las cuentas públicas han sido el espacio ideal para negociar y ver multiplicar cuentas bancarias de los involucrados en la revisión y la calificación, en sentido aprobatorio o reprobatorio.
Remontémonos a 1999 y el sexenio de Alfonso Sánchez Anaya, el gobernador que le abrió la puerta a los despachos contables para hacer fortunas y negocios al amparo del dinero público.
Personajes como Rigoberto Zamudio (papá) otrora presidente del Colegio de Contadores fue uno de los beneficiarios que vivió la bonanza que representó el negocio de las auditorías externas.
Aunque el chiste le duró seis años a Sánchez Anaya, no fue él quien privilegió a los tlaxcaltecas para dejar de pagar millonarias cuentas por parte de los alcaldes para ver solventados sus robos, de no ser por la llegada de Héctor Israel Ortiz Ortiz ese robo institucionalizado se habría mantenido a través de esos despachos que hacían auditorías externas.
Dos de los grandes beneficiarios fueron Florentino Flores y Crispín Corona porque mientras se extinguían esos despachos Anayistas, ellos inventaron nuevas chicanadas en el sexenio de HIOO.
Y sí, reconozco que la ASF ya hacía la fiscalización desde antes, de hecho el último al que le salvó el pellejo fue al ex presidente de la capital, Jorge Corichi Fragoso, que aparentemente iba a ser traicionado por su sucesora Maribel Arenas y la propia Auditoría Superior de la Federación (ASF), a petición del mismo Corichi, realizó la revisión de sus fondos federales. El resultado todos lo conocemos.
Mientras eso sucedía en la Ciudad de México, aquí en Tlaxcala el OFS quedó como el chinito, simplemente revisando los ingresos estatales, como debe ser. De nada sirvió que David Álvarez Ochoa haya querido sepultar la carrera de Jorge Corichi que hoy mismo es director en la Secretaría de Economía con Marcelo Ebrard Casaubón.
En lo personal me agrada la idea de que sea la ASF la que revise con lupa los dineros federales, así se agilizarán las revisiones que se hacen en Tlaxcala, porque actualmente rebasan los seis meses con todo y el dineral que nos cuestan.
Además el comportamiento del ex tesorero municipal en San Pablo del Monte, Arturo Lucio Salas Miguela, no es el mejor, carece de calidad moral y los antecedentes no le ayudan, no olvide usted que siendo tesorero de San Pablo del Monte del 2017 al 2021, el actual titular del OFS acabó con cuentas públicas observadas.
David Álvarez Ochoa tampoco es pulcro ni tiene calidad moral, recordemos que como asesor financiero, en al menos dos campañas políticas, recibió multas del Instituto Tlaxcalteca de Elecciones (ITE). Eso quiere decir que no sabe contar del 1 al 10, o que no entiende los tiempos administrativos, o de plano que es apto para la contabilidad de gasolineras, pero no para una entidad.
Así que si lo analizamos bien podemos tener tranquilidad porque entre Arturio Lucio Salas Miguela del OFS y David Álvarez Ochoa de la secretaría de Finanzas, ¿a cuál le apostaría usted?… yo le apuesto, le creo y le confío a la Auditoría Superior de la Federación (ASF).
Las tres de ley… 1- El diputado local Bladimir Zainos Flores nos debe una explicación a todos, mire que tomar a la ligera eso de que los síndicos no quieran firmar las cuentas públicas, no solo habla de falta de sensibilidad de él sino de opacidad por parte de las autoridades municipales.
2- Síndica o síndico, no hay excusa para omitir la firma en sus cuentas públicas, sin embargo debemos recordar que muchos han dicho que se han negado debido al desconocimiento que tienen en las áreas contables, por eso es importante decirles que el munícipe tiene la obligación de pagarle al “Auxiliar contable” que pueda ayudarle en esa tarea.
3-Si él o la alcaldesa no le facilita ese personal entonces tendríamos que ver y, ahora sí, justificar la negativa de los síndicos a firmar las cuentas. Nadie quiere validar alguna tranza, mucho menos cuando hay intención de solicitar licencia para ir en la búsqueda de nuevos cargos y se piensa en dejar al sindico con el problema fiscal. Nadie está obligado a mentir.
