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Martín Rodríguez Hernández Noticias TlaxcalaMartín Rodríguez Hernández Noticias Tlaxcala

Opinión

UNA LÍNEA DEMASIADO DELGADA

 

Estoy más orgulloso por las victorias obtenidas en el campo de la democracia que por las alcanzadas en los campos de batalla.” -Francisco I. Madero-

Entre la libertad de expresión y la libertad para la difamación, hay una línea que pareciera muy delgada y que ha llevado, a algunas/os comunicadores y opinadores, a realizar afirmaciones sin fundamento alguno que pruebe sus dichos y dañar, con ello, el prestigio y la honorabilidad de las personas.

Si bien es cierto, que uno de los sustentos más importantes de la Democracia como sistema político, es la libertad de expresión, también es cierto, que circula en los distintos medios de comunicación una gran cantidad de información que contiene afirmaciones que pretenden dañar la honorabilidad de las personas. El mentir en los medios de comunicación se ha convertido en una especie de deporte en el que algunas/os se han vuelto especialistas, cual, si fueran deportistas de alto rendimiento, con una condición física extraordinaria y con una capacidad de crear historias con plena conciencia de su falsedad y con intensiones claras.

Un ejemplo de la Historia

Cuando Francisco I. Madero ganó las elecciones y ascendió al poder en 1911 defendió uno de sus principales postulados, la libertad de prensa. Pero fue una libertad absoluta, en la que se acabó con el control de la opinión ejercida durante el gobierno Porfirista. El resultado fue un golpeteo político mordaz y fue ahí, en la prensa escrita, en donde se fraguó la inestabilidad del gobierno de Francisco I. Madero quien fue ridiculizado en editoriales, crónicas y caricaturas que circularon en nuestro país.

El demócrata garantizó las libertades de la prensa independiente; promovió la libertad de imprenta y redujo la publicidad del gobierno en los periódicos, lo que significó también la disminución de los subsidios gubernamentales y, por tanto, la disminución de las ganancias de los dueños de las principales empresas periodísticas que fueron consentidas durante todo el Porfiriato y que estuvieron en manos de los amigos incondicionales. Tal vez valdría la pena reflexionar el pasado para entender nuestro presente.

Responsabilidad

Estar detrás de un micrófono, una cámara o, bien, contar con un espacio en un medio escrito, requiere la suma de conocimientos, experiencia y, sobre todo, ética profesional. El acto de comunicar implica una gran responsabilidad porque está de por medio la credibilidad de medios y periodistas que generan, a partir de su postura, opinión pública.

Hoy, como nunca en la historia de México, experimentamos la libertad de expresar nuestro pensamiento, ideología política o creencias religiosas. Existe el respaldo jurídico para hacerlo sin el temor de ser perseguidos/as por ello. Las cosas han cambiado, de manera paulatina y tal vez no con la rapidez que deseamos, sin embargo, son mejores tiempos para poder expresarnos con libertad.

A pie de página

Hay quienes quieren hacer una tempestad con el nombramiento del nuevo integrante de la IAIP. Quienes han descalificado la elección caen en un puritanismo y en un doble discurso dándose golpes de pecho. Ahora resulta que el mejor prospecto es un recién nacido, que no tenga vínculos de ningún tipo con ideologías políticas o religiosas. Que discurso tan burdo. Lo que debemos todos y cada uno de las/los ciudadanos/as y/o los actores sociales es estar atentas/os a la actuación de cualquier servidor público y ejercer nuestro derecho de petición de rendición de cuentas.

La observación ciudadana es el mejor antídoto para evitar que servidores públicos, periodistas, empresarios y distintos actores caigan en actos de corrupción. La democracia participativa sigue siendo una meta a alcanzar.

Las opiniones vertidas en esta columna son única y exclusivamente responsabilidad de su autora y, no reflejan, necesariamente el enfoque editorial de esta empresa.

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