El próximo 31 de agosto Lorena Cuéllar Cisneros cumple dos años como gobernadora del estado de Tlaxcala. Y aunque algunas encuestas, como las realizadas por Consulta Mitofsky, la ubican entre las titulares del Ejecutivo mejor evaluadas del país, es claro que su administración ha tenido un serio desgaste.
Tiene varios frentes abiertos, producto de una deficiente política por parte de quienes integran su gabinete, marcadamente su secretario de Gobierno, Sergio González Hernández.
El último frente abierto lo constituyó la puesta en marcha del servicio médico para los trabajadores en activo, pensionados y jubilados, que ahora se brinda a través de módulos de salud integral. No hubo cabildeo alguno para bajar la decisión y el tema se manejó de la peor manera posible, reflejando una carencia de estrategia.
La respuesta de la clase trabajadora fue la movilización, que incluyó el cierre de carreteras. Ahora mismo, en lo que ha sido un cambio en la forma de cómo expresar su inconformidad, decenas de trabajadoras y trabajadores buscan ampararse ante la decisión gubernamental.
Las dirigencias sindicales han resultado seriamente lastimadas, acusadas de establecer acuerdos obscuros con el gobierno en contra de sus agremiados. Tal vez la dirigencia más afectada sea la Sección 55 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), cuyo dirigente, Jorge Guevara Lozada, concluyó hace meses el periodo por el que fue electo. La inconformidad en su contra es manifiesta en las redes sociales.
Otro frente abierto del gobierno lorenista lo tiene con organizaciones no gubernamentales de mujeres, a quienes en movilizaciones les ha dejado caer el actuar de la Secretaría de Seguridad Ciudadana. Se han quejado, no sin razón, de represión gubernamental.
Uno frente que ya está en puerta tiene que ver con la iniciativa para crear en Tlaxcala la Ley para la Prestación de Servicios de Agua Potable y Saneamiento, impulsada por la legisladora morenista Marcela González Castillo.
Si bien no fue la administración lorenista la creadora de esta iniciativa, es claro que no ha hecho nada para detenerla. Y eso, a la postre, le va a afectar porque tendrá que ser ella quien ordene su publicación en el Periódico Oficial del Gobierno del Estado. Deberá tomar la decisión: la publica o la veta. ¿Por qué esperar, entonces, hasta ese momento?
Este tipo de situaciones evidencia la carencia de prospectiva de este gobierno. No la hay, no existe, y su accionar en los problemas se da solo por reacción. Así han transcurrido dos años de este gobierno, cuyo principal problema está en la práctica de la política.
Esta situación debiera preocuparle a Lorena Cuéllar Cisneros por lo que viene, que es el proceso electoral local. Si más frentes se siguen abriendo, sin cerrar adecuadamente los que hoy existen, entonces el Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) será quien pague los platos rotos.
Si eso se concreta, vendrán consecuencias para su gobierno, particularmente porque la cómoda mayoría que hoy tiene en el Congreso del Estado, se verá disminuida. No sólo iniciativas gubernamentales tendrán problemas de aprobación, sino que el presupuesto de egresos mismo podría tener modificaciones y las cuentas públicas tendrían problemas de aprobación, por más que el próximo titular del Órgano de Fiscalización Superior (OFS) sea cercano a ella.
Es posible que el fenómeno de López Obrador siga beneficiando a Morena y a sus aliados en las próximas elecciones. Pero la gobernadora no debería perder de vista que el electorado tlaxcalteca se ha distinguido en los últimos procesos electorales por la división de su voto. Y su gobierno, entonces, podría ser castigado en las urnas.
Apunte: Agradezco a Martín Rodríguez, periodista director de este portal informativo, su invitación para incorporarme a su proyecto periodístico. Y a usted, amable lector y lectora, su tiempo para dedicarle minutos de su tiempo a este espacio de opinión, que desde este lunes se publicará al menos una vez a la semana.
