Con 86 votos a favor y 41 en contra, apenas pasada la media noche, los senadores del bloque morenista lograron lo impensable, una reforma a la constitución que implica modificaciones a las tareas del Poder Judicial, sin el dinero de transnacionales -como Odebrecht- al que estaban acostumbrados.
Quizá eso sea lo que tiene confundido a personajes como Ricardo Anaya, el ex candidato del Partido Acción Nacional (PAN) que estuvo prófugo en Estados Unidos y regresó cuando aseguró el fuero, pero que además fue parte del “Pacto por México” que se encargó de rematar al país a través de la Reforma Energética.
Ayer a través del canal del congreso varios vimos el momento histórico que vivió el país; histórico porque sin tomar posición política, nunca antes nuestro país habría logrado algo similar sin la correspondiente negociación que involucrara varios ceros, o de plano un cheque en blanco
José Antonio Álvarez Lima, senador de Tlaxcala y uno de los hombres que todos reconocen en ese poder por su cercanía con Sheinbaum, como fue con Andrés Manuel López Obrador, tuvo una participación discreta pero efectiva, pues su voto -y su operación política- facilitó el camino para que los aliados y Yunes se sumaran.
Quién diría que ese apellido, impresentable en todo Veracruz, sería a partir de ayer sinónimo de “equilibrio”, de “valentía”, de “lealtad al pueblo”. Aunque en el fondo todos sabemos que su voto -decisivo como resultó- es en gran medida para proteger sus espaldas y las de gran parte de los Yunes que han estado en algún cargo público. Negociaron su impunidad.
“El fin justifica los medios” no es una frase que me agrade; Jamás estaré a favor de la impunidad. Pero ya que alguien sacó provecho de las largas uñas de esa familia, no puede sino agradecerse su contribución al futuro del país. Yunes será un apellido reivindicado, primero por su voto, después por la manera tan contundente con la que puso en su lugar a Marko Cortés.
De Anabell Avalos sería mejor no hablar, después de que Blanca Águila ha desnudado el penoso comportamiento durante su presidencia frente al PRI y las negociaciones que la ex alcaldesa de Tlaxcala llevó a cabo con el PAN, hay poco positivo que decir a su favor.
Si usted escucha el discurso pronunciado ayer por ella, reconociendo su proclividad a la mala vida, y aplaudiendo el intervencionismo de EE.UU. sobre México, incluso siendo su fan no podría sino agachar la mirada y encoger sus hombros en señal de timidez, pena ajena o incomodidad. La ex candidata al gobierno de Tlaxcala salió peor que Xóchitl Gálvez que en plena campaña optó por ir a pedir el apoyo de los gringos.
Quizá Ana Lilia Rivera Rivera sería la única que tendríamos que presumir para la causa tlaxcalteca, no solo por la facilidad de palabra, por su pulcritud y claridad de ideas. Rivera tomó la tribuna esta madrugada para reconocer que el pueblo de México tardó en entender que la política no es tarea de políticos, la política es tarea de todos.
Las tres de ley… 1- Las mayorías importan, pero las mayorías mandan, dijeron hace rato hasta el cansancio, y así lo dejaron claro cuando con 86 votos a favor, 41 en contra y sin abstenciones, el Senado aprobó en lo general la reforma al Poder Judicial. Falta en lo particular y ahí está los puntos finos.
2- “El cartel judicial”, libro de Jesús Lemús, fue citado ayer en esta sesión, se trata de una narración que describe con nombres y datos, algunas de las historias que desnudan lo que es el Poder Judicial. Algunos de los senadores incluso podrían estar citados en ese texto que contiene fraude, defraudación fiscal, etc. Búsquelo usted.
3- La votación en el Senado se realizó en la Casona de Xicoténcatl con 127 de 128 senadores presentes, por lo que Morena logró la mayoría calificada. Aquel senador de Movimiento Ciudadano que tanto se dijo “secuestrado” resultó que estaba con su progenitor, justamente revisando un asunto particular. Hay prioridades.
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