«Yo no deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas». -Mary Wollstonecraft- Filósofa y escritora inglesa
Hay un trabajo verdaderamente interesante llevado a cabo por la Organización de los Estados Americanos (OEA), denominado Seguridad ciudadana desde un enfoque de derechos e igualdad de género, que afirma que “La falta de seguridad ciudadana constituye una de las principales amenazas a la estabilidad, la gobernabilidad democrática y el desarrollo humano sostenible. En América Latina y el Caribe, los homicidios duplican el promedio mundial, y en algunas zonas lo quintuplica. En una región donde habita sólo el 8% de la población mundial, se llevan a cabo el 42% de los homicidios y el 66% de los secuestros de todo el planeta”. La información es reveladora.
Y es que los datos muestran que la violencia e inseguridad son un mal “moderno” que afecta a gran cantidad habitantes del mundo, lo que ha llevado a los distintos gobiernos a adoptar políticas públicas específicas para atender este terrible flagelo.
Perspectiva de Género
¿Por qué es tan importante adoptar una perspectiva de género a la hora de diseñar políticas públicas en materia de seguridad? Porque gran cantidad de información recopilada, sobre todo en las últimas tres décadas, muestra que las amenazas a la seguridad de hombres, mujeres, niños y niñas posee características diferenciadas.
Esta situación obliga a diseñar estrategias, que atiendan las características específicas de cada grupo o segmento de la población. De otra manera, continuaremos con los mismos resultados.
Mientras que en el 2017 el 80.5% de las mujeres en nuestro país manifestaron sentirse inseguras, el 71.1% de los hombres declararon esa misma sensación de inseguridad (INEGI). ¿Qué significa esto? Significa una manifestación, como existen muchas, de las desigualdades de género que prevalecen en nuestros días, y que deben ser consideradas a la hora de diseñar políticas públicas en materia de seguridad. De ahí, la importancia de entender la complejidad del fenómeno de la violencia que se ejerce en contra de las mujeres para poder prevenir y combatir los delitos que se comenten en su contra de manera acertada.
Fenómeno multicausal
Comprender el fenómeno delictivo en contra de las mujeres desde una perspectiva de género permite, a quienes diseñan las políticas públicas en materia de seguridad, enfocar sus baterías en todos aquellos factores que son los generadores de ese clima de inseguridad que experimenta este sector de la pobladucen y que se traducen en las cifras que proporcionan diversos organismos internacionales.
No hay que olvidar que la violencia en contra de las mujeres es una problemática estructural y vigente que se genera y mantiene en distintos espacios que comprenden el ámbito privado y público: en las calles, escuelas, hogares, centros de trabajo, en la comunidad, por parte de las instituciones, lugares de recreación y transporte público en donde se cruzan distintos tipos y modalidades de agresión y hostigamiento, violencias verbales, tocamientos, miradas lascivas, golpes que, en el peor de los escenarios concluyen en feminicidios.
Políticas públicas con perspectiva de género
Si bien es cierto, que, a diferencia de otras administraciones, la actual tiene un plan estratégico que contemplan políticas públicas con perspectiva de género que se han concretado es acciones para abatir el aumento de la incidencia de violencia y delitos contra las mujeres en Tlaxcala, es necesario afinar el proyecto y mejorar la estrategia a través del diseño de una metodología que permita incidir de manera paulatina en las dinámicas sociales.
Un cambio más trascedente, se podría generar, si la violencia y delitos contra las mujeres se atacan por distintos flancos: culturales, sociales, políticos, educativos, de seguridad. Por ejemplo, hablando sobre un sólo aspecto, hay un proyecto que se echó a andar en la Ciudad de México, para reducir la violencia basada en el género en los espacios del transporte público. La metodología que utilizaron propone la medición de las “condiciones de accesibilidad, caminabilidad (sic), comodidad y seguridad, a partir de la observación del espacio construido, así como de las dinámicas sociales y urbanas de las personas en el territorio.
La información que arrojó este proyecto, ha servido a recientes gobiernos de la Ciudad de México a incorporar estrategias para disminuir las violencias cotidianas en los espacios públicos, de manera concreta, de las usuarias en el transporte público, en los paraderos y aquellos corredores que de acuerdo a la información que arrojó el estudio, son altamente riesgosos para la seguridad de las mujeres. Para eso sirvieron los datos sobre acoso callejero, violación, agresiones sexuales y verbales y feminicidio, para repensar y comenzar los cambios desde una microescala para generar entornos más seguros para las mujeres.
Es por ello, que es fundamental afinar las políticas públicas que ya están en ruta para disminuir la incidencia delictiva en contra de las mujeres. El camino ya se comenzó a trazar, el tema es que desde distintas trincheras de la administración pública se operativice de manera efectiva el plan gubernamental que, por cierto, tiene un enfoque interseccional que, sin duda, ha contribuido a la implementación de acciones mucho más asertivas para disminuir las violencias en contra de las mujeres.
A pie de página
Tal vez valdría la pena escuchar o preguntarle a esas/os candidatos que andan en campaña cuál es su propuesta para disminuir la violencia de género, quizá nos topemos con algunas sorpresas.
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