Con la designación de José Antonio Álvarez Lima y Ana Lilia Rivera Rivera como candidatos al Senado de la República por el Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), la sucesión gubernamental que Tlaxcala vivirá en 2027 luce complicada para la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros.
Lo que se avecina es un enfrentamiento entre grupos políticos que seguramente sacará chispas y que buscará ser capitalizado por la oposición, señaladamente los partido Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y de la Revolución Democrática (PRD).
La que nos ofrece la experienciano no genera un ambiente alagador para Morena. Sucedió en el PRI en 1998, sucedió en el PRD en 2004, sucedió en el PAN en 2010 y sucedió en el PRI, otra vez, en 2021. El común denominador fue la disputada por la candidatura al gobierno del estado. El grupo principal, e incluso los pequeños grupos que gobernaban, terminaron dividiéndose.
Álvarez Lima sabe perfectamente de qué se trata. Él, siendo senador de la República no era bien visto por el gobierno que encabezaba Beatriz Paredes Rangel. Por eso, el presidente Carlos Salinas de Gortari, en pleno uso de su facultad metaconstitucional de remover a mandatarios estatales -cómo lo hizo en un total de 14 casos- llamó a Beatriz Paredes Rangel no a su gabinete, sino a la Secretaría General del PRI.
Así, con Samuel Quiroz de la Vega como gobernador interino, Salinas pudo operar la candidatura de José Antonio Ávarez Lima a la gubernatura.
Paredes Rangel era una gobernadora políticamente fuerte y tenía a su propio favorito, a quien, sin embargo, no pudo apoyar debido a su salida de Palacio de Gobierno.
En 1998, el PRI fue incapaz de operar la selección de su candidato al gobierno estatal, como también fueron incapaces los gobernadores sucesores: Alfonso Sánchez Anaya (PRD), Héctor Israel Ortiz Ortiz (PAN) y Marco Antonio Mena Rodríguez (PRI). Lidiar contra el centro ha sido el principal problema de la clase política tlaxcalteca.
Tratándose de Tlaxcala, lo que se avecina no puede ser bueno para Morena si, desde ahora, no se toman cartas en el asunto. Es claro que Ana Lilia Rivera no forma parte del grupo político de la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros, quien tiene en otras figuras a sus propios favoritos, uno de ellos, su ex secretario de Infraestructura, Alfonso Sánchez García.
El presidente Andrés Manuel López Obrador ya va de salida y no será él quien dirima el encontronazo político que se avecina en Tlaxcala. Deberá serlo Claudia Sheinbaum como futura presidenta de México, como todo parece indicar que lo será, a menos que haya un vuelco extraordinario como dramático en los próximos cuatro meses.
El ex gobernador Alfonso Sánchez Anaya se enfrenta por segunda ocasión al centro, como lo hizo en 2004 con el Comité Ejecutivo Estatal perredista para imponer a su esposa Maricarmen Ramírez, pero aquella vez fue el claro perdedor de las elecciones.
En el enfrentamiento que se avecina, estaría acompañado de una fuerza claramente ubicada en Palacio de Gobierno para intentar colocar, otra vez, a uno de los suyos en la gubernatura. Sólo que se enfrenta a un poder todavía más poderoso: la presidencia de la República.
Sabiendo Claudia Sheinbaum que en su búsqueda por la candidatura presidencial no encontró respaldo de la gobernadora tlaxcalteca, pero sí de la senadora oriunda de Calpulalpan, parece claro por dónde puede ir el camino sucesorio.
Y para evitar sucesos como los 1998, 2004, 2010 y 2021, alguien tendrá que dejar Palacio de Gobierno antes de 2027. Tal vez para formar parte del gabinete, o encontrar en Tlaxcala, disciplina.
