Apenas el pasado 3 de septiembre Pedro Aquino Alvarado negó que él y su jefe Luis Antonio Ramirez Hernández -así como los amiguitos que se trajo de Morelos- tuvieran la intención de quedarse con la basura de Tlaxcala. Bastaron menos de dos meses para mostrar el cobre y el código postal. Claro que quieren ese y todos los negocios que puedan generarles más ranchos y espacios de confort.
Todos sabemos que en la entidad la gestión de residuos sólidos no es solo un problema ambiental, es un espejo deformado que refleja opacidad, intereses foráneos y un desprecio flagrante por las comunidades locales. Eso intenté traducirlo en una pregunta que le hice al responsable de la secretaría de Medio Ambiente, el pasado 3 de septiembre, durante un “Diálogo Circular” que más bien pareció un monólogo oficial, donde Aquino Alvarado desdramatizó el tema al afirmar que “la basura no es un negocio”.
Una declaración que, a la luz de los hechos, suena a eufemismo calculado o a ingenuidad culpable. Porque mientras el gobierno estatal recauda unos 35 millones de pesos anuales de los municipios por el manejo —o el destino— de sus desechos, el cierre abrupto de rellenos sanitarios como el “Tonsil” en Panotla deja a más de 250 familias de pepenadores en la intemperie, sin sustento ni notificación. Porque nadie les avisó de nada.
Será casualidad o el preludio de un “negocio” disfrazado de sustentabilidad?. Insistiré nuevamente en puntualizar que Aquino Alvarado es originario de Morelos y fue colocado en su puesto por el influyente grupo del mismo nombre —de la mano de Luis Antonio Ramírez Hernández, secretario de Gobierno—, lo reitero porque también él insiste en minimizar el potencial lucrativo de la basura.
Aquella mañana con un tono y una sonrisa de autosuficiencia desestimó al “rey de la basura”, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre como un mero “tema político de otra entidad”, ignorando cómo ese controvertido exlíder priista construyó un imperio sindical en los 80 y 90 controlando rutas de recolección, hasta su caída en 2021 por acusaciones de trata de personas.
Pero en Tlaxcala, la historia se repite en versión local: opacidad que genera poder y corrupción. Porque, si “no hay negocio”, se busca y por eso desde esos meses ya se hablaba de inversiones privadas a 20 años —más allá del sexenio actual-. Incluso se defienden convenios que prometen “recuperación financiera sin afectar a contribuyentes”?
El colmo de esta farsa llegó apenas este 2 de noviembre, como le digo poco menos de dos meses de aquella declaración en la sala de prensa, cuando personal de la Secretaría de Medio Ambiente (SMA) clausuró el relleno “Tonsil” en plena madrugada, retirando maquinaria sin un solo papel de aviso. ¿Por qué hacerlo de madrugada, de quién se ocultan o qué esconden?
Pepenadores, esos “trabajadores informales” que Aquino y su grupo tratan como peones prescindibles, denunciaron el acto como una “maldad” calculada: “A las 3 de la mañana vinieron y se la llevaron”, relató uno de ellos tal y como lo dio a conocer la periodista Dania Corona Muñoz, de La Jornada de Oriente, Tlaxcala, a través de una nota periodística.
No es solo el cierre; es la humillación de ignorar al Artículo 115 Constitucional, que obliga a los municipios a hacerse cargo de la limpia, recolección, traslado, tratamiento y disposición final de residuos, pero que el estado usa como pretexto para centralizar y cobrar sin rendir cuentas.
¿Por qué presionar a presidentes municipales y cabildos si, como dice Aquino, no hay interés económico?. La respuesta late en las acusaciones contra Zenón Morales, el encargado designado por la SMA: presuntas cuotas semanales de 300 litros de diésel extorsionados a los pepenadores, sin que la basura se tapara ni mejorara la operación. Un “no-negocio” que, para los de abajo, sí cuesta sudor y combustible.
Esta crisis no es aislada. En junio de 2025, la Profepa ordenó el cierre de tiraderos a cielo abierto que operaron por más de 30 años, y la SMA estima 600 millones de pesos para clausurar de manera gradual todos los rellenos —más del 50% solo para “Tonsil”.
Por eso uno que es mal pensado empieza a sospechar que los de Morelos tienen planes grandiosos: plantas recicladoras inspiradas en la CDMX, nuevos rellenos en la zona centro-norte, programas de empleo para pepenadores. Pero ¿dónde están esos apoyos prometidos en mesas interinstitucionales?
Esos mismos pepenadores aseguran que solo recibieron promesas vacías: “Nos dijeron que habría programas y recursos, pero nada”. Mientras, el relleno aún tiene capacidad —“hay mucho terreno para seguir trabajando”—, dicen los que conocen esa zona y su rehabilitación técnica podría ser viable con mantenimiento adecuado, especialmente para desechos biomédicos.
Pero a falta de dialogo y sensibilidad el cierre abrupto genera disputas, incendios recurrentes (como los de 2023 y 2024) y protestas que escalan a bloqueos carreteros. ¿A poco nadie se acuerda de eso?
La crítica no puede ser tibia: Aquino Alvarado y su equipo —rebasados, según voces locales, ante una crisis crónica de cuatro rellenos saturados— priorizan narrativas federalistas sobre la realidad tlaxcalteca. Insisten en que los pepenadores son “sus trabajadores”, negando su autonomía y el rol municipal en la gestión, mientras coquetean con privados que extenderán su influencia sexenal.
¿Preocupación genuina por el medio ambiente, o canonjía para el “grupo Morelos” que ya controla todo lo que “suene a efectivo”, desde madera, hasta agua y ahora la basura, mal gestionada, podría ser “oro circular”; en sus manos, es opacidad que contamina más que los terrenos.
Pero que hagan lo que el pueblo y la ley les permita; para eso habrá auditorías independientes a esos 35 millones, planes reales de reconversión laboral con compensaciones dignas, y un diálogo que no sea circular, sino concreto. De lo contrario, el “no-negocio” de Aquino se convertirá en el gran negocio de la impunidad, y los pepenadores —símbolo de una resistencia callada— seguirán pagando el precio con su sustento.
Las tres de ley… 1- El cierre de las carreteras ha generado una solidaridad pocas veces vista, eso mencionan los ciudadanos en redes sociales que han notado que los mismos que cierran carreteras en la mañana, son los que acuden a hacer el caldo gordo a Miguel Angel Covarrubias, que se manera hipócrita convoco a la marcha para recordar al alcalde de Huruapan.
2- Aquellos que por la mañana son defensores de campesinos y por la noche marchistas, también son los mismos que en otros momentos tuvieron poder y cargo público. ¿Por qué ahora habríamos de creer que la lucha y sus gritos son inocentes, reales y sin una intención ajena al descontento social. Me atrevo a pensar que mas de uno solo va para hacer ruido y generar un espacio en el 2027.
3- No me crea usted, pero revise las imágenes que circularon en redes y las que están en esas carreteras que son tomadas por el PAN, como parte de su relanzamiento. No me sorprendería que en una de esas hagan una marcha para liberar a Genaro Garcia Luna, otra para dejar de pagar impuestos y una más para pedir que las marchas y manifestaciones sean consideradas para el otorgamiento de bicicletas o motocicletas en Elektra. Puro luchador social de verdad.




























































