- El panorama ha empezado a cambiar, y los restaurantes están siendo uno de los grandes ganadores en medio del caos
Resulta que los restaurantes en Canadá están viviendo un momento dorado. ¿La razón? Una mezcla inesperada de política, orgullo nacional y amor por la buena comida. Todo comenzó con la llegada de Donald Trump al poder en Estados Unidos, lo que no cayó nada bien en tierras canadienses.
Como respuesta, muchos canadienses decidieron hacerle el fooch a los viajes al sur. Adiós a las vacaciones en Florida, Arizona o California —los destinos favoritos de siempre— y hola a quedarse en casa. Pero no cualquier tipo de quedarse en casa: estamos hablando de gastar ese dinero ahorrado en cenas, brunches y comidas deliciosas en los restaurantes locales. Y vaya que lo han hecho: las reservaciones han subido más del 20 por ciento este abril, comparado con el año pasado, según reporta The Globe and Mail.
Este boom no es algo de un par de semanas. Ya lleva meses en marcha, y Canadá está marcando tendencia en cuanto a crecimiento en salidas a restaurantes. Según un estudio del Royal Bank of Canada, a finales de marzo el número de canadienses que regresaban por tierra desde Estados Unidos bajó casi un 28 por ciento, y también hubo menos estadounidenses cruzando hacia Canadá.
¿La conclusión? Este cambio de hábitos podría ser una bendición disfrazada. Como explican las economistas Rachel Battaglia y Abbey Xu, los canadienses suelen gastar más viajando al extranjero que lo que los turistas gastan cuando visitan el país. Así que, si más gente se queda cerca de casa, la economía local —especialmente la del sector gastronómico— se puede ver bastante beneficiada.
Claro, al principio hubo algo de preocupación. Los posibles aranceles de Trump y la tensión económica hicieron que muchos consumidores apretaran el cinturón, y eso se notó en el gasto en cosas básicas. Pero poco a poco, el panorama ha empezado a cambiar, y los restaurantes están siendo uno de los grandes ganadores en medio del caos.
Así que sí, puede que el drama político haya tenido un giro sabroso: más cenas entre amigos, más brindis en restaurantes locales y, al final, más apoyo a la economía canadiense desde la mesa.
Con información de, Sin Embargo
