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Martín Rodríguez Hernández Noticias TlaxcalaMartín Rodríguez Hernández Noticias Tlaxcala

Opinión

Dos cafés, por favor.

  • Angelino de Arriaga y Antonio de Haro ponen cara la feria.

Se sujetan las almas a una bóveda sin fondo; y creen vivir para contar lo de sus adentros. Algunos lo cantan o lo platican, otros lo escriben y los menos, lo torean. Porque se debe acentuar la acción de torear —además de una gesta— como un ejercicio del espíritu; ya que sucedido, ebulle un dialogo con el Yo y se impone un tiempo en el que ya no importa más que pedir dos cafés y hablar con uno mismo.

Y eso pidió Angelino de Arriaga al catar las primeras embestidas de “Pomposo”, un animal que hacía cuarto, excelso por el prestigio con el que se entregó a la muerte aunque mediano en su trapío. Desde los primeros lances se esbozaba en el cárdeno la clase, la humillación y el ritmo de relojes muertos; pero no fue hasta el tercio mortal cuando se rompió a arrastrar con la muleta todas sus entrañas y torear para el recuerdo de las retinas.

Su matador lo cuidó con el varilarguero y construyó doctamente la embestida para cuidarle y enseñarle los caminos de la entrega; cada vez más lento. Luego, adentrado en la faena apostó por el olvido de todo y le dejó la muleta adelante y le arrastró la mano y el alma. Cada vez más bajo. Y el toro humilló aún más y parecía dormirse en la embestida. Y ambos se detuvieron en movimiento. Era la génesis de naturales que nos dejarían resaca para hoy domingo. No existieron más de 35 muletazos: fue una faena justa de duración en la necesidad del encaste, pero aquello pareció una eternidad. Dos trincherillas y un ayudado por bajo antes de entrarle a matar. Tan despacio como lo toreó. Por Dios, qué cosa.

En su primero, el diestro estuvo comprometido con la seriedad de un animal que tuvo mucha alegría y poder. El cárdeno claro, no dejo de moverse desde que salió por toriles; humillador en los dos primeros tercios, pero no así en la muleta en la que fue informal y sobre todo exigió con el poder de su casta mucho valor y técnica; mismos dotes que fueron encontrados en la piel de Angelino de Arriaga quien dejara una actuación sólida y memorable.

Con los puntos frescos de la grave cornada de Zacatecas, Alejandro Lima reaparecía en Tlaxcala. Su primer burel tuvo la importancia del que se hace dueño y señor del redondel desde el instante de su salida. Le recibió de rodillas en los medios con la declaración de intenciones de llegar a revienta calderas. Y en ese tenor continuó con los rehiletes; fue tropezado en una salida y luego embestido feamente, aunque sin consecuencias. Para ese entonces el toro era un espectáculo por su prontitud y alegría. Tumbó al caballo, se arrancaba de largo, se sentía su bravura por toda la plaza. El torero, con ganas y achuchado, optó por un inicio espectacular, pero sin la firmeza necesaria para encausar al animal; luego, le buscó las vueltas con la muleta, aunque el de Haro se aburrió. Su segundo fue el de menos juego del encierro, aunque potable. Orejero, se diría.

Gerardo Rivera demostró basta consistencia en su actuar. Un avance en su tauromaquia o será el paso de los años. Con su primero rayó un gran nivel entendiendo a un animal que sacó fondo y duración, aunque también exigió con tantas teclas por tocar; un burel feuco y justo de presentación que deletreó la máxima de las expectativas: más vale no imponer una primera buena impresión y decepcionar, sino más bien, estar escondido y demostrar lo bueno conforme pasa el tiempo. Con sapiencia Rivera procesó su fondo para bordar dos tandas al natural con letras mayúsculas. Por el derecho siempre arreó por dentro. Los tres cuartos fueron suficientes para cortar una oreja. En el cierra plaza, el de mayor trapío, le sacó las embestidas que fueron un oleaje sin ritmo ni clase. Y él estuvo como tenía que estar: dispuesto y sin renegar en su valor y en la apuesta que ofrecía el grandón.

Fue la primera corrida de la feria una apertura al nivel de Tlaxcala. Bien autoridad (quizá se le escapó premiar a algún toro), bien toreros y toros. Se echó en falta una más pulcra presentación en la corrida de don Antonio de Haro, tal cual tiene acostumbrada a la afición; pero por comportamiento, bravura y casta, deja el nivel muy alto para los subsecuentes festejos. Nadie se aburrió un solo segundo, y es de lo que se trata este tinglado. Seguro, la actuación de Joaquín contará al final como las de mayor torería en la feria y se quedará en nuestros recuerdos aquellas trincherillas y aquel ayudado por bajo; y la respuesta de Rivera quien se reivindica, calentarán su porvenir.

TLAXCALA, MÉXICO.

Plaza de Toros Jorge El Ranchero Aguilar. Menos de media plaza.

26 de octubre de 2024: tarde fresca y con ligeras rachas de viento durante el festejo.

6 TOROS DE HARO: muy desiguales en su presentación y rozando la justedad; con casta, bravura y poder en su generalidad; todos de pelea completa en varas; de los cuales sobresalieron el 2° por su importancia y seriedad, el 3° por su fondo y el 4° por su excelsa clase. 1° ‘Golosino’, con 455 kilos, cárdeno claro y bien puesto, con mucha movilidad y poder (silencio); 2° ‘Mapeado’, con 450 kilos, negro bragado, bien puesto, importante por su seriedad y prontitud aunque le faltó final (palmas); 3° ‘Sinodal’, con 452 kilos, cárdeno paliabierto, justo de presentación, sacó fondo y humillación (palmas); 4° ‘Pomposo’, con 455 kilos, cárdeno delantero, con excelsa clase; el ganadero dio la vuelta al ruedo tras su lidia (ovación); 5° ‘Melonero’, con 462 kilos, cárdeno, bien puesto, el de menos opciones (silencio); 6° ‘Acorazado’, con 565 kilos, cárdeno entrepelado, bien puesto, con casta y complicado (silencio).

Angelino de Arriaga; de verde manzana y oro: en el rincón de Ordoñez (silencio) y estoconazo de libro (dos orejas).
Alejandro Lima; de azul noche y plata: dos pinchazos, tres cuartos de espada y caída (silencio tras aviso) y pinchazo, tres cuarto y entera (vuelta).
Gerardo Rivera; de sangre de toro: tres cuartos (oreja) y estocada muy baja (silencio).

INCIDENCIAS:
· Alejandro Lima fue atendido por los servicios médicos tras ser embestido en el segundo tercio de la lidia de su primero.
· Antonio de Haro dio la vuelta al ruedo tras la lidia y muerte de cuarto de la tarde.
· Joaquín Angelino de Arriaga salió a hombros tras finalizar el festejo.
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*Fotografía cortesía de Ángel Saínos.

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