La tan cacareada marcha de la “chaviza” que supuestamente encabezaría la Generación Z nunca llegó a materializarse. Ni en la Ciudad de México, ni en Tlaxcala, ni en ninguna de las entidades donde se anunció con bombo y platillo.
No fue por falta de empatía ciudadana, sino por el exceso de politización que convirtió un supuesto evento “ciudadano” en un burdo intento más por desestabilizar al país, orquestado por los mismos de siempre.
En la plancha del Zócalo capitalino, el epicentro de la supuesta rebelión juvenil, no se llenó ni la cuarta parte del espacio. Ante la apatía social, los “líderes” recurrieron a la agresión y a tomas cerradas para simular un mar de gente.
Pero la realidad fue implacable: un puñado de manifestantes, amplificados por la cobertura desproporcionada de Tv Azteca –la televisora de Ricardo Salinas Pliego– y otros medios que, como nunca, intentaron fabricar descontento, hartazgo y represión donde no existían. Los entrevistados, al ser cuestionados, ni siquiera sabían el fondo de la protesta. Era puro ruido, vacío de contenido.
Los “representantes” de Tlaxcala abonaron a la patética escena. Basta revisar las imágenes de Juan Carlos Sánchez García, “Saga”, quien junto a sus cuatitos de siempre viajó hasta el Zócalo de la CDMX para “hacer montón”. Allá y acá, su voz es tan intrascendente como hueca.
Lo mismo se repitió en Aguascalientes, Baja California Sur, Campeche, Chiapas, Guanajuato, Nuevo León, Querétaro, Quintana Roo, Sinaloa, Yucatán, San Luis Potosí, Veracruz, Zacatecas, Michoacán y Durango. Y no faltaron Guerrero, Hidalgo, Morelos, Oaxaca, Puebla, Tabasco, Jalisco, Chihuahua. En todos lados ya se ubica a los “chavos” inconformes que bajo la playera con la imagen de calavera, llevaban la azul o la tricolor.
En todos estos estados, los medios locales reportaron lo mismo: un puñado de miembros de partidos opositores a la 4T, agrupaciones de derecha o figuras en busca de reflector para seguir viviendo o negociando el erario.
Claudia Sheinbaum Pardo lo advirtió desde la semana pasada: serían las mismas voces, con las mismas líneas discursivas, manejadas por los mismos grupos. Y así fue. Un fracaso rotundo, desde la CDMX hasta el último rincón de Tlaxcala.
MOTIVOS SOBRAN… CAPACIDAD Y CALIDAD MORAL LES FALTA
Pero si algo debería movilizar realmente a los mexicanos –sin distingo de geografía– no es esta farsa opositora, sino la dinámica hipócrita que Morena ha adoptado para “reconocer” y “homenajear” a figuras que siempre nos vendieron como parte de La Mafia del Poder. ¿Entonces por qué se les rinden minutos de silencio? ¿Qué se les puede reconocer? ¿A quién se le ocurre hacerlo?
El caso más reciente y aberrante ocurrió el pasado domingo 9 de noviembre en Guerrero, bajo los gobiernos de ese estado y de Huitzuco: un homenaje a Rubén Figueroa Figueroa, un asesino confeso que odió, golpeó y desapareció a miles de personas.
Ojalá fuera aislado, pero no. En el Estado de México, Delfina Gómez Álvarez encabezó también la ceremonia del V Aniversario Luctuoso de Alfredo Del Mazo González, exgobernador priista. Uno de los dueños del Grupo Atlacomulco fue homenajeado por la dama que ocupó la secretaría de Educación Pública del país. Queda claro que historia no es la materia que la distingue.
Este patrón se repitió en Puebla, donde Salomón Céspedes Peregrina, de Morena, rindió tributo a la “memoria y legado” de Rafael Moreno Valle y Martha Erika Alonso, los panistas que endeudaron al estado por 49 años.
En Chiapas, Patrocinio González Garrido –exgobernador y exsecretario de Gobernación con Carlos Salinas de Gortari– recibió la medalla “Miguel Álvarez Del Toro” por su “trayectoria política”, generando rechazo masivo entre los chiapanecos.
En todos estos casos, los morenistas no solo inflamaron sus manos aplaudiendo a sus antecesores, sino que rompieron la cartilla moral, que alguna vez impulsó Andrés Manuel López Obrador.
Por eso sostengo que los de Morena no son diferentes, no son mejores: son la misma porquería homenajeando a sus maestros.
Esto sí debería indignar y movilizar al país, desde Tlaxcala hasta el último de sus 60 municipios. Si la Generación Z quiere marchar de verdad, que lo haga contra esta traición interna, no contra fantasmas inventados por la oposición. La verdadera desestabilización viene de adentro y eso todos lo notamos, lo sabemos y padecemos.
