En el Congreso de Tlaxcala, la presidenta de la Mesa Directiva, la diputada del PVEM Maribel León Cruz, convirtió un trámite rutinario en un autogol político.
Negó un minuto de silencio por el asesinato del alcalde de Uruapan, Michoacán, Carlos Manzo Rodríguez —propuesta por la panista Míriam Esmeralda Martínez Sánchez y secundada por la independiente Blanca Águila Lima—, y con ello entregó en bandeja de plata una narrativa de insensibilidad que la oposición no merecía ganar tan fácil.
El incidente ocurrió el martes durante la Décima Octava Sesión Ordinaria de la LXV Legislatura. Conforme al Reglamento Interno, el orden del día ya estaba aprobado cuando Martínez pidió la palabra para honrar al edil michoacano, ultimado el 1 de noviembre en el “Festival de las luces” tras solicitar protección al gobierno federal de Claudia Sheinbaum.
León Cruz, aliada de Morena en la entidad, no vio venir el golpe: primero ignoró la solicitud, luego se disculpó por “no darse cuenta” y finalmente se escudó en el procedimiento —“ya no se puede interrumpir”—, proponiendo relegar el tema a Asuntos Generales al cierre de la sesión.
Error táctico. La panista, que sin duda lo hacia para sacar raja política en un caso que la oposición nacional ha capitalizado, encontró en la rigidez reglamentaria de León un regalo inesperado.
“Inhumana” e “insensible”, calificó la gente en redes sociales que lamentó lo sucedido y se solidarizó con Martínez ante la negativa, y la frase caló porque la presidenta no tuvo reflejos para neutralizarla.
Un simple “concedido, pero en su momento” o una moción de urgencia habría desarmado el argumento; en cambio, la necedad —o la falta de asesores con oficio— convirtió un minuto de silencio en una hora de exposición mediática para la bancada contraria. ¿Pues quién puso a esos asesores?, mucho traje, pero poca sensibilidad y menos experiencia parlamentaria.
A nivel nacional, Gerardo Fernández Noroña intenta desacreditar la campaña opositora con un “era compañero nuestro, no suyo”. En Tlaxcala, León Cruz demostró que la 4T local no necesita enemigos externos: basta con una presidenta mal preparada para que la sensibilidad quede en el discurso y la oposición sume puntos sin disparar un solo tiro.
Sandra Aguilar Vega, del PRI; Blanca Águila en su carácter de legisladora independiente y Miriam Martínez del PAN exhibieron a la insensible o incapaz aliada de la 4T, que bien haría en jalar las orejas al secretario parlamentario y a sus asesores por dejarla caer en este vacío.
Moraleja para la mayoría legislativa: el reglamento no sustituye al criterio político. Cuando la forma ahoga el fondo, quien pierde no es el opositor oportunista, sino quien ostenta el mando y no sabe usarlo. TAN TAN.
